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¿Existe la amistad a primera vista?

Todos pensamos que deberíamos confiar en nuestras primeras impresiones, pero hay más factores en juego además de la intuición.

Cuando discutimos sobre el encantamiento a primera vista, casi siempre es sobre el amor. El ser humano tiene esa ilusión —que el cine y los medios se han encargado de exacerbar— de que, algún día, mirará a los ojos a una persona y se enamorará perdidamente de él/ella.

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Más allá de que creamos que puede ocurrir o no, lo que sí podemos afirmar, es que el amor a primera vista también aplica para las amistades. No nos referimos al amor entre amigos, sino que a la “amistad a primera vista”.

Seguramente te ha ocurrido. Conoces a alguien y sientes esa conexión inmediata, un vínculo que puede mantenerse durante toda la vida. Es como si supieras que siempre tuvieron que ser amigos/as y que tarde o temprano se encontrarían.

Existen varios estudios e investigaciones que han analizado este fenómeno. ¿Será sólo química? Podemos plantearlo desde distintos puntos de vista.

La primera impresión tiene bastante que ver y de hecho, según los psicólogos Janine Willis y Alexander Todorov (Universidad de Princeton), las personas sólo necesitan 10 segundos para hacer su primer juicio sobre otros.

Eso no quiere decir que la primera impresión no pueda cambiar una vez que se conoce a la otra persona, sin embargo, siempre recordaremos lo primero que pensamos cuando vimos a alguien.

En ese sentido, se puede explicar por qué algunas conexiones amistosas con más intensas que otras: si los dos tienen una buena impresión del otro, puede que ese vínculo sea más fuerte desde un principio.

Aunque no nos demos cuenta, cuando conocemos a alguien, nuestro cerebro hace un scanner completo: la amígdala se activa y regula las emociones, y la corteza cingulada anterior guarda los recuerdos autobiográficos.

En esos diez segundos, nuestro cerebro nos envía señales y evalúa qué tan compatibles podemos llegar a ser con alguien. Esas personas con las que sentimos una conexión intensa, seguramente provocaron reacciones emocionales favorables o recordaron algo que nos hizo feliz en el pasado.

Los especialistas también afirman que todo tiene que ver con nuestras propias expectativas: si queremos que esa amistad funcione, probablemente funcionará, también porque nuestro cerebro evalúa esta relación como algo favorable para nuestra supervivencia.

Eso sí, esto no siempre es recíproco y por más que pienses que puedes ser muy buen amigo de alguien, esa persona puede sentir distinto.

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