Hace unos días escuché una conversación entre dos hombres. No es que haya querido meterme o entrometerme en lo que hablaban, su tono era fuerte y estaba claro que no tenían problemas en que alguien los escuchara.
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Como estaba sentada al lado de ellos, sólo presté atencion. Hablaban sobre las mujeres y el caballerismo, sobre “lo exigente” que son las chicas de hoy, que quieren que ellos sean caballeros pero que al mismo tiempo no hagan diferencias que los pueden hacer ver machistas.
Me hubiera encantado intervenir en la conversación, porque realmente tenía mucho que decir, sobre todo porque soy mujer y porque tengo una posición muy clara respecto al tema en cuestión. Ser caballero no tiene que ver con ofrecer un asiento o abrir la puerta.
Claro, cuando un hombre ve a una mujer con un bebé y le cede el asiento, está excelente, pero eso también lo hacemos las mujeres. Es agradable que alguien te abra la puerta, pero tampoco nos tendríamos que ofender si no lo hacen (nuestras manos son iguales).

El caballerismo va mucho más allá. Está en los detalles que, al fin y al cabo, hacen la gran diferencia. Un hombre caballero no va a hablar groseramente sobre una mujer con otras mujeres, u hombres. Claro que puede dar su opinión, pero sabe que los insultos y los comentarios sexistas no hacen que su posición sea más “divertida” o “valiente”.
Puede que para algunas mujeres, los caballeros sean esos hombres que regalan flores, que dan el asiento o que pagan cenas caras, pero también hay muchas de nosotras que prestamos atención a otro tipo de detalles.
Que no te traten con delicadeza, sólo porque creen que eres “el sexo débil”. Que caminen a tu lado y no delante tuyo. Que te sorprendan con un mensaje bonito en la mitad de la tarde. Que respeten tu forma de ser, sin tratar de imponer un concepto sesgado de “la mujer ideal”.
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Los hombres no tienen la responsabilidad de hacernos felices con detalles; si queremos paridad de género, eso es un concepto obsoleto, al igual que el del hombre proveedor o del varón que “debe” hacerse cargo de todo porque o si no lo hace, no es lo suficientemente varón.
Los detalles que hacen diferencia tienen que ver con las personas, no con el género. Creo que el mayor signo de caballerosidad es el respeto y la tolerancia, por ti y por los que los rodean.