Michelle, diagnosticada con trastorno de ansiedad severa, ha transformado su batalla personal en un movimiento: “Acércate”, una campaña de tesis que busca demoler el muro de silencio que existe alrededor de la salud mental en los campus universitarios.
Su camino a la sanación no fue sencillo. Como nos comparte, la ansiedad se manifestó primero con síntomas físicos aterradores. “Fui diagnosticada con trastorno de ansiedad severa, al nivel más alto, ahorita estoy medicada,” revela, explicando que al principio todos le recomendaban “respirar” o ir al psicólogo, hasta que llegó un punto de quiebre donde la ayuda profesional tuvo que cambiar de enfoque. “Mi psicóloga llegó a decirme: ‘Michelle, yo ya no te puedo ayudar. Tú tienes algo químico en tu cerebro que ya necesita otro tipo de ayuda’.
Las raíces del miedo
La raíz de su crisis no fue un simple estrés académico, sino algo mucho más profundo. Michelle creció en un entorno de tensión constante, lo que su cuerpo terminó somatizando. “Yo nací en Israel, en un país de guerra. Desde que tengo cuatro o cinco años, yo me acuerdo cómo nos escapábamos de las bombas,” relata.
Crecer con ese miedo constante forjó una ansiedad latente que explotó años después, transformándose en mareos y la sensación de que el corazón iba a fallar.
Un punto de quiebre académico
En sus años de la universidad revivió un estrés financiero y emocional que casi la obliga a renunciar a su futuro. Dicho en sus palabras, la situación se hizo insostenible: “Hubo un momento en el que casi me salgo de la universidad. Me pagaba mis estudios, no podía entrar a clases sin sentir ataques de pánico...”.
Lo más difícil no era el síntoma, sino la soledad. Michelle se encontró con la barrera invisible del tabú, sintiendo que no había un canal seguro para su dolor, especialmente ante figuras de autoridad.“...y, sobre todo, no sentía que podía comunicarle esto a mis profesores. Sentía que nadie me iba a entender”. Esta experiencia de aislamiento fue la chispa que encendió la necesidad de crear un puente de comunicación.
El nacimiento de “Acércate”
Al superar la crisis, entendió que el cambio era posible si se creaban las condiciones adecuadas. Por eso, “Acércate” es más que una tesis, es una respuesta directa a esa soledad. “Con el tiempo entendí que sí se puede… si hay un acercamiento humano, si existen espacios de diálogo, si hay una universidad que escucha”, afirma.
La campaña, que realiza en colaboración con el equipo de Consejería Psicológica de la USFQ, tiene acciones concretas que promueven espacios seguros y tangibles: “Vamos a crear espacios seguros, realizaremos 5 talleres presenciales, y activaciones en campus para que los estudiantes puedan acercarse sin miedo, hablar con consejería y sentirse acompañados”. Además, planean un gran evento con fundaciones y psicólogos invitados para trascender el campus.
El arte como vía de sanación
Antes de “Acércate,” Michelle ya buscaba vías de escape a través de la creatividad con su proyecto. Ella ve en el arte una forma de terapia universal para el caos interno: “Tuve la idea de sanar a través de lo que llamamos el arte-terapia, porque considero que la cocina es un arte”.
Su propuesta demuestra que la recuperación se teje en el diálogo, pero también en las pasiones que nos reconectan con la vida.
La crisis silenciosa
El proyecto de Michelle expone una realidad dolorosa que se vive en todas las instituciones: “Hay estudiantes que abandonan sus carreras, bajan sus notas, o viven en silencio crisis emocionales, simplemente porque no sienten que pueden hablarlo o que alguien los va a entender.” Por ello, su misión va más allá de su universidad.
“Quiero que si otras universidades, colegios o psicólogos ven esto... se animen a replicarlo o sumarse. Entre todos podemos construir espacios más humanos y seguros para los estudiantes”.
Un legado con valor
Michelle Kats no solo está cerrando un capítulo académico con su tesis, está abriendo un diálogo nacional. Ella nos recuerda que la vulnerabilidad es nuestra mayor fuerza y que la salud mental, al igual que la física, debe ser priorizada. Su voz, que un día casi se apaga por el pánico, hoy es el eco de miles de jóvenes que necesitan saber que sí se puede.