Cada año, tortugas gigantes como Sebastián y Carlitos, de la especie Chelonoidis porteri, emprenden una travesía lenta pero vital. Salen de las zonas bajas, cálidas y áridas de la isla Santa Cruz hacia altitudes más húmedas en busca de vegetación nutritiva. Esa migración es parte esencial de su ciclo de vida porque les da alimento, mejora sus cuerpos y favorece su reproducción.
PUBLICIDAD
Pero ahora, un invasor verde se está interponiendo en su camino, se trata del árbol Cedrela odorata. Esta especie que se calcula fue introducida en los años cuarenta, originalmente para madera o cercas, ha dejado de ser simplemente un vecino exótico para convertirse en un muro vegetativo que las tortugas evitan.

¿Qué hace a la Cedrela tan problemática?
- Se expande rápido: sus semillas aladas viajan con el viento, y pueden crecer varios metros en pocos meses.
- Sombras densas: sus copas forman doseles cerrados que bloquean la luz, dificultando la germinación del suelo y afectando las plantas nativas que solían alimentar a las tortugas.
- Efecto alopático: libera compuestos vegetales que inhiben el crecimiento de otras especies alrededor.
Rutas migratorias en riesgo
Durante más de una década, estudios con rastreo satelital sobre las tortugas indicaron que casi todas sus migraciones pasan por caminos estrechos entre bloques de bosque de Cedrela. Es decir que las tortugas no cruzan directamente estos bosques, sino que los rodean. Entonces, si estas rutas se bloquean, sus viajes anuales podrían volverse imposibles.

Esto tiene varias consecuencias, algunas de ellas son menor alimento en la estación seca, peor condición corporal, menos capacidad de reproducirse, y, a la larga, poblaciones más débiles.
¿Qué se está haciendo… y qué falta?
El Parque Nacional Galápagos, en conjunto con organizaciones como la Fundación Charles Darwin, ha dado los primeros pasos para frenar la expansión de la Cedrela odorata.
Hasta ahora, han identificado que esta especie invasora ha cubierto más de 1.700 hectáreas solo en la isla Santa Cruz, un área considerable que afecta directamente los corredores migratorios de las tortugas gigantes. Reconocer la magnitud del problema es el punto de partida para actuar con mayor precisión y eficacia.

En respuesta, se han puesto en marcha diversas acciones de control para contener la invasión. Uno de los esfuerzos principales se enfoca en la restauración del bosque endémico, especialmente del género Scalesia, que es uno de los ecosistemas más vulnerables y que se ve severamente afectado por el crecimiento del cedro. Reforestar con especies nativas es fundamental para recuperar el equilibrio ecológico y devolver a las tortugas sus rutas naturales.
PUBLICIDAD
Sin embargo, el camino no está exento de desafíos. El primero y más visible es el recurso económico, ya que manejar y restaurar miles de hectáreas invadidas requiere una inversión considerable que muchas veces supera los presupuestos asignados. La magnitud del problema exige millones de dólares para lograr un control efectivo y sostenible a largo plazo.

Un llamado a unir fuerzas
La buena noticia es que aún hay tiempo, y hay esperanza. Las tortugas gigantes han sobrevivido siglos en Galápagos; han visto cambios, invasiones, desafíos, pero también recuperación cuando se les protege.
Cada árbol nativo replantado, cada hectárea recuperada, cada persona que entiende por qué es vital conservar estos corredores migratorios suma. No se trata solo de salvar tortugas gigantes (aunque ya eso sería suficiente motivo), sino de preservar paisajes únicos, de mantener la biodiversidad vibrante, de asegurar que futuros visitantes puedan ver a las tortugas caminando lento entre paisajes verdes, no atrapadas o desorientadas por bosques que no reconocen.

La Cedrela odorata no es simplemente un árbol más, es una barrera silenciosa que amenaza romper las rutas que las tortugas gigantes transitan año tras año. Si la dejamos sin control, las tortugas podrían perder el norte, el alimento y la vitalidad. Sin embargo, si se trabaja en equipo, aún podemos abrir espacio para que estos queridos gigantes caminen, respiren, coma y migren libremente.