En la vasta selva amazónica de Sarayaku, Ecuador una tapir llamada Panchita sorprendió a todos al transformar su mundo, con su cariño, curiosidad y un GPS. Marcada el 16 de julio de 2023 con un collar satelital Iridium/GPS, Panchita vivió una aventura única que nos enseñó que el hogar puede ser tan acogedor como inesperado.
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Fue monitoreada durante 227 días hasta el 28 de febrero de 2024 y el collar reveló que el área de vida de Panchita se redujo en un 90 % comparado con otros tapires silvestres.
Este fenómeno, al contrario de ser alarmante, refleja un cambio profundo, la cercanía humana y la disponibilidad constante de comida como plátanos y yuca, ofrecidos por una familia kichwa, hicieron que Panchita no necesitara recorrer grandes distancias.

Lejos de quedarse recluida, Panchita exploró terrenos más allá del hogar comunitario. Su curiosidad la llevó hacia el sureste de su entorno habitual, mostrándonos que, incluso entre límites nuevos, el espíritu libre sigue buscando la selva.
Cohabitación consciente
Este estudio, el primero en documentar cómo la habituación a humanos puede afectar el comportamiento de los tapires amazónicos, señala la importancia de entender este vínculo. Además de ser fuente de alimento y refugio, la comunidad Sarayaku cuidó de Panchita de forma que, sin cercarla, le brindó confianza y compañía.
Panchita no es solo una estrella local, porque en general, los tapires amazónicos son piezas clave del ecosistema. Con su dieta variada, dispersan semillas que ayudan a regenerar bosques neotropicales vibrantes y diversos. Así, su bienestar es directamente el bienestar del bosque que también nos da vida.

Mirando hacia adelante, con cuidado y admiración
Este trabajo científico es el primer estudio de telemetría del tapir amazónico, y el primero también en documentar cómo la habituación humana puede influir en sus movimientos.
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Los autores Mateo Noboa, Francisco X. Castellanos, Dionicio Machoa (miembro de la comunidad Sarayaku) y Armando Castellanos representan la colaboración entre diversas instituciones: la Fundación Oso Andino, Texas Tech University y el Instituto Nacional de Biodiversidad.
Gracias a esta fusión de saber científico, tecnológico y cultural, Panchita se convirtió en embajadora de la convivencia respetuosa entre humanos y fauna. Además, sigue siendo una fuente de inspiración para futuros estudios.
Los investigadores sugieren ampliar los periodos de observación y buscar métodos que permitan prolongar el seguimiento sin incomodar al animal (como evitar que se retire el collar).