En EE. UU., algunas mujeres que producen excedentes de leche materna han encontrado una veta sorprendente, vender su “oro líquido” en redes sociales, incluso a culturistas que lo buscan como suplemento nutricional. Hay mujeres, como Keira Williams, que aseguran haber ganado $800 en un solo día por vender su leche materna en redes sociales.
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Estas mujeres utilizan el dinero que logran reunir por la venta de su leche materna para financiar sueños que todavía no han cumplido. Y es que los ingresos son asombrosos, ya que se han registrado ventas de hasta $1 000 diarios.
Para muchas de estas mujeres, vender leche materna no es solo negocio, sino una forma de cuidar su hogar, ya que esta actividad se convierte en su propia agencia de libertad financiera, con un impacto real para sus familias.

¿Y qué hay de los compradores?
Los compradores van desde familias en adopción o madres con baja producción, hasta aficionados del gimnasio que ven la leche materna como un “suplemento” repleto de nutrientes, apoyados por tendencias de fitness en redes.
Sin embargo, es importante reconocer que la evidencia científica no respalda beneficios reales para adultos, y más bien existen expertos que advierten sobre riesgos de salud.

Este es un mercado que opera en gran parte de forma informal. Existen plataformas donde se venden entre $0.50 y $2 por onza, con precios más altos para clientes como los fisicoculturistas.
El problema es que como no hay regulación, los compradores se enfrentan riesgos como leche contaminada, problemas de transmisión de enfermedades, o condiciones insalubres.
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Entre la crítica y el reconocimiento
Este es un fenómeno que provoca debate. Por un lado, hay madres que encuentran una fuente de ingresos real y flexible. Por otro, existen preocupaciones éticas, legales y sanitarias.
Expertos subrayan la necesidad de proteger la salud y los derechos de las donantes porque en países como Camboya, una compañía fue prohibida luego de que se acusara de explotar a mujeres vulnerables, pagándoles poco para vender su leche en el extranjero a precios elevados.

Si bien vender leche materna ha abierto una puerta inesperada de empoderamiento y solidaridad para muchas mujeres, también plantea desafíos que no se pueden ignorar.
La falta de regulación, los posibles riesgos sanitarios y el surgimiento de compradores con intenciones dudosas evidencian la urgencia de establecer marcos éticos y legales que protejan tanto a las madres como a los bebés.

Esta práctica, tan poderosa como delicada, merece ser acompañada por políticas claras, educación y apoyo, para que siga siendo una oportunidad de vida y no una fuente de desigualdad o peligro.