Cuando el techo se vino abajo, el corazón de muchos también se estremeció. El pasado 21 de julio, un torbellino arrasó con parte de las instalaciones de la Fundación Lucky, uno de los albergues de perros más queridos en Ecuador. En cuestión de segundos, los techos volaron, varias perreras se desplomaron y decenas de perritos quedaron expuestos al viento, al miedo y a la incertidumbre. El impacto fue tan fuerte que no solo generó preocupación entre voluntarios y amantes de los animales, sino que también movilizó a autoridades y ciudadanos.
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Días después, una visita inesperada devolvió un rayo de esperanza: la primera dama del Ecuador, Lavinia Valbonesi, llegó al lugar con una misión clara. A través de su Fundación ANA y con el apoyo de la empresa Novacero, gestionó la reposición de los techos del albergue. “Nosotros trajimos una pequeña ayuda, pero nos comprometemos a venir con más. También invitamos a que conozcan este espacio y, sobre todo, a que recuerden adoptar y no comprar”, expresó Valbonesi con una sonrisa y rodeada de ladridos emocionados.
Los fuertes vientos de Quito
La Fundación Lucky, que alberga a unos 900 animales, fue duramente golpeada por este fenómeno climático. Aunque no hubo pérdidas humanas ni caninas, el susto fue grande y algunos perros debieron ser llevados a la veterinaria para chequeos. En redes sociales, la fundación compartió el impactante video del momento en que el torbellino arrasaba con el lugar: láminas de zinc volando por los aires, perreras derrumbadas, y canes buscando refugio entre los escombros.
“Muchos de nuestros pequeños no tienen dónde dormir y están asustados. Buscan su rincón seguro entre maderas rotas y techos caídos”, publicaron en su cuenta de Facebook. El albergue, que se sostiene con donaciones y voluntariado, no cuenta con un fondo de emergencia para enfrentar catástrofes como esta. “Sobrevivimos día a día”, aseguraron.
La visita
Por eso, la ayuda no puede parar. La visita de la primera dama no solo representó una mejora física en el albergue, sino también una plataforma para que más personas conozcan el trabajo titánico que realiza la fundación y se animen a colaborar. En medio del dolor, se abrió la posibilidad de que más personas se sumen con donaciones materiales, tiempo o recursos económicos.
Entre los materiales que más se necesitan están: láminas de zinc, palos de madera (de seis y tres metros), mallas, madera tipo tríplex o caña plana, clavos de varias pulgadas, alambre, plástico y palets. Todo lo que sirva para reconstruir los espacios seguros que estos animales merecen.
Además de los techos, Lavinia Valbonesi y su equipo llevaron alimentos para los perros. Esta acción fue destacada por los voluntarios como un acto de empatía y compromiso real con el bienestar animal.
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La Fundación Lucky no es solo un refugio, es un hogar, una segunda oportunidad para cientos de perros que fueron abandonados, maltratados o rescatados de las calles. Es un lugar donde el amor se mide en ladridos, colitas que se agitan y miradas que agradecen.
Hoy, gracias a la solidaridad, ese hogar empieza a levantarse de nuevo. Pero aún falta mucho. La invitación está abierta: si quieres ser parte de esta historia, puedes donar, compartir, adoptar o simplemente contarle al mundo que la suerte de los animales también depende de nosotros.