Empoderamiento

Las pesas sí son un deporte de mujeres

Ubaldina Valoyes es campeona colombiana olímpica de halterofilia, pero también le ganó el pulso a la guerra, a la ausencia de oportunidades y los estereotipos

Ubaldina
Ubaldina Ubaldina

En la familia de Ubaldina Valoyes nadie era deportista. En los 80, su mamá María Melba Cuesta y sus dos hermanos tuvieron que irse de Quibdó huyendo de la guerrilla cuando ella era pequeña, radicándose en Turbo y luego en Apartadó, Antioquia.

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Años más tarde, en la escuela, fue una profesora la primera en reconocer que ‘Uba’, como le dicen sus allegados, tenía algo especial.

Elizabeth es una profesora de educación física a quien su papá no la dejó ser atleta, pues el deporte no se consideraba para mujeres. Ubaldina tenía 11 años, y la recuerda con gratitud: “Elizabeth quería que sus estudiantes hicieran lo que ella no pudo hacer. Un día me dijo, ‘Ubaldina, hágame el favor, a partir de mañana usted va a empezar a entrenar. Yo quiero que usted sea deportista”.

Esta profesora llevó a otros profesores para que conocieran a Ubaldina y otros estudiantes. Al verla, la metieron a entrenar lanzamiento de bala y disco, pues era una joven fuerte y “correlona”, como ella misma se describe. Las pesas vendrían más tarde. “Primero no me gustaban, eran tabú porque eran solo para hombres. Decir que una mujer iba a hacer pesas era feo, porque supuestamente ‘se nos daña el cuerpo’”, recuerda.

Después conocería a un entrenador cubano, Marcelino del Prado, quien consideró que a ‘Uba’ la estaban perdiendo: “esta niña tiene biotipo de pesista, no de lanzadora”, aseveró en ese momento. Ubaldina solo accedió a entrenar cuando le explicaron que por sus 1,62 cm de estatura tendría más futuro que en el lanzamiento de bala y disco, donde las competidoras son mucho más altas. Del Prado la apodó ‘la morena de la risa de diamantes’, y se esforzó por sacarle sonrisas con dulces que le llevaba para convencerla de continuar.

Ella, sin embargo, no se veía capaz de competir a nivel internacional cuando del Prado ya le hablaba de campeonatos, medallas y podios. Además, vendría otro reto inesperado. A sus 17 años, Ubaldina descubrió que estaba embarazada. A esa corta edad, ‘Uba’ tuvo a su hijo Dinéyfer, y gracias al apoyo de su mamá pudo seguir compitiendo.

Por todo lo que ocurría en su vida, Ubaldina veía lejos las medallas. “Mi entrenador está loco, pensaba yo, pero es una historia muy bonita, son personas que Dios le pone a uno en el camino, gracias a él soy la deportista que soy. Le entregué 29 años al deporte, 20 como Selección Colombia, y gané todo. Lo último que faltaba en mi historial deportivo era una medalla olímpica”, cuenta.

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<em>Ubaldina Valoyes consiguió 2 preseas de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe</em>

Pero la anhelada medalla para esta mujer, que levantó entre 63 y 75 kilogramos en todas las competencias, llegó en noviembre de 2020. Ubaldina ganó el bronce de los Olímpicos de Londres 2012 gracias al juego limpio, pues la competidora rumana Roxana Cocos resultó positivo en un test antidopaje, y la kazaja Anna Nurmukhambetova subió del tercer puesto al segundo, subiendo al podio a Ubaldina.

La alegría es completa, a pesar de que Ubaldina sostiene que la medalla debería haberle llegado antes. “Fue un momento de emociones encontradas. Llegó, se hizo justicia, y es una premiación al juego limpio. Es una medalla para el país entero”, comenta.

Las mujeres de la vida de Ubaldina

Además de su profesora Elizabeth, y otra de sus entrenadoras, Alicia Milena, Ubaldina tuvo el apoyo de otra medallista olímpica colombiana: la pesista María Isabel Urrutia, a quien considera amiga y segunda mamá; siempre fue su consejera y lloró con ella en los momentos difíciles. Estas mujeres son sus ángeles, junto a su madre. “Mi mamá era trabajadora de casa de familia, a veces se tenía que encontrar con personas que no la trataban bien. Pero veníamos de una tierra de guerra y ella temía que nos fuéramos a perder. Para mí, mi mamá es mi campeona, mi heroína. Me he rodeado de las mejores mujeres, somos unas berracas”, dice orgullosa Ubaldina.

Devolver lo aprendido

Ubaldina ahora tiene 38 años, llegó a lo más alto y quiere ser entrenadora. Estudia para ser profesional en entrenamiento deportivo y busca pasar sus conocimientos a las próximas generaciones. “Hoy entiendo a mi entrenador. Quiero que mis estudiantes sean grandes deportistas y grandes seres humanos. Al enseñar, le arranco un joven más a la violencia. Por eso les hablo de mis inicios, porque a veces no saben cómo empecé, no saben que fui al gimnasio sin haber comido o que tuve que entrenar descalza. Tuve que pasar por mucho sacrificio, pero nunca me dejé vencer. El mundo cambia. A las chicas les digo que este deporte sí se hizo para mujeres. Nunca se den por vencidas, porque las metas son más grandes que los obstáculos”.

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