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Violencia obstétrica: agrediendo la sexualidad femenina con toda impunidad

Abusos de todo tipo y malos tratos antes, durante y después del parto, así como en otros procedimientos gineco obstétricos, son comunes en todo el mundo y muchas mujeres luchan para que el sistema de salud deje de ejercer estas violencias de género.

“Yo me había preparado, pero nadie me preparó para el nivel de frialdad al que fui sometida en esa sala de parto.  Empecé a tener dolores de parto y fui al lugar donde iba a parir. Me devolvieron, porque no había dilatado lo suficiente. Cuando volvieron las contracciones, volví al hospital y me  pusieron en una silla de ruedas. No dejaron entrar a mi compañero y ahí me empecé a sentir sola. Luego dilaté, pero no rompí fuente y una enfermera me dijo que me iba a ayudar, pero no podía ni llorar ni gritar.  En ese momento pensé que si me decía eso, era porque me iba a doler y mucho. Esta mujer agarra una aguja, la introduce en mi vagina y me empieza a escarbar fuerte, por lo que sí: grité y lloré.  Me grita. Me dice que no puede ayudarme. Luego me inyectaron tramadol, luego de pedir cesárea. Me dejaron sola y yo solo estaba cansada y quería terminar con esto. Sumisa, por culpa del dolor, le dije a la enfermera que me ayudara, que me iba a portar bien (como si fuera una niña haciendo una pataleta). Volvió y lo intentó y ahí sí logró romper la membrana. Me dice: ¿sí ve que sí podía?. Nunca tuve el control de mi parto, nunca se me dijo que era lo que me inyectaban vía intravenosa, ni una persona que de manera amable me explicara lo que pasaba. Tiempo después descubrí que me hicieron la maniobra Hamilton, que ya ni siquiera recomienda la OMS. Nació mi hijo, Mateo, pero lo ponía al seno y él no quería comer. Se quedaba dormido. Me culparon porque no quería comer. Por el tramadol estaba adormecido. Para peor, en mi misma habitación, pusieron a una mujer que acababa de tener una pérdida. El nivel de falta de empatía de ese lugar era increíble. Me infantilizaron, me hicieron sentir sola, vulnerable y hasta culpable de todo. Eso no se olvida”.  Violencia obstétrica: agrediendo la sexualidad femenina con toda impunidad

Viviana Toro le cuenta a Metro lo que cientos de miles de mujeres en el mundo han sufrido durante años: malos tratos antes y después del parto. Discriminación. Aceleramiento del parto y procedimientos no consentidos. Y sobre todo, juzgamiento a la mujer por un hecho natural como el dar a luz y culparla por si algo sale mal. Así, como ella, hay mujeres a las que se anula o invisibiliza por sus preocupaciones y dolores en todo tipo de procedimientos obstétricos, hasta el punto de agredirlas. Y hasta ahora este tipo de prácticas, tan normalizadas, se están denunciando ante sistemas de salud reacios a cambiar sus políticas. 

Violencia obstétrica: agrediendo la sexualidad femenina con toda impunidad

«El nivel de falta de empatía de ese lugar era increíble. Me infantilizaron, me hicieron sentir sola, vulnerable y hasta culpable de todo. Eso no se olvida”

Diana Muñoz, otra mujer que sufrió de violencia obstétrica, narra a Metro los malos tratos del médico que la atendió cuando nació su hija. “El médico fue bastante duro. Juzgó mi dolor diciendo: ‘Se quejan del dolor y luego en un año vuelven a parir’. Luego, en medio del parto,  me golpeó en una pierna gritando: ‘Colabore, mamá’. Según las excusas de las enfermeras estaba estresado porque en el parto anterior el bebé había sufrido una complicación pero pues claramente eso no era mi culpa”, añadió.

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«El médico fue bastante duro. Juzgó mi dolor diciendo: ‘Se quejan del dolor y luego en un año vuelven a parir’»

Categorizando una violencia normalizada

A todos estos relatos se les conoce dentro de la categoría de violencia obstétrica, término que se comenzó a usar en 1827 como crítica a las prácticas abusivas en los paritorios y que la OMS retomó en 2014 para condenarlas.

Incluso la ONU, en este año, mostraba a través de un informe de Dubravka Šimonović, Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de Naciones Unidas, la existencia, gravedad, causa y consecuencias de este tipo de violencia. De hecho, un reporte realizado en cuatro países (Ghana, Guinea, Nigeria y Myanmar) por la OMS mostraba, el año pasado, que el 42% de las gestantes se sintieron abusadas, humilladas y violentadas en su experiencia de parto.

“Nosotras ampliamos el término a violencia ginecobstétrica, malos tratos de todo tipo que llevan siglos y que se han tipificado en algunos países y que no solo se remiten al obstetra como violentador sino a todo el sistema de salud. Este problema se origina en la formación de profesionales de salud que no tienen recursos ni herramientas para manejar parto, posparto y gestación de maneras respetuosas. Pero también es cultural: la mujer es vista como un ser obligado a reproducirse, pero esta está puesta bajo su responsabilidad. Además de esto, se le infantiliza y se le trata como un empaque de un producto vivo para la sociedad y para el Estado. Esto también hace que tenga que aplacarse a un sistema  donde tenga que conformarse con lo que le ofrecen y que tenga que además obedecer las directrices que este sistema le da. Cuando no cumples esto, porque gritas, te quejas y reclamas es como ‘hubieras buscado’ el trato que ellos mismos están dando, cuando en realidad es el sistema que no sabe tratar y manejar y comportarse ante la llegada de un bebé”, le explica a Metro Dayana Zuluaga Flórez, psicóloga y doula, de la organización Movimiento Nacional por la Salud Sexual en Colombia, que, como muchos en el mundo, ha organizado a mujeres que denuncian, generan visibilización, espacios y conversación sobre este tipo de prácticas.

 

«La mujer es vista como un ser obligado a reproducirse, pero esta está puesta bajo su responsabilidad. Además de esto, se le infantiliza y se le trata como un empaque de un producto vivo para la sociedad y para el Estado. Esto también hace que tenga que aplacarse a un sistema  donde tenga que conformarse con lo que le ofrecen y que tenga que además obedecer las directrices que este sistema le da. Cuando no cumples esto, porque gritas, te quejas y reclamas es como ‘hubieras buscado’ el trato que ellos mismos están dando»

“Es biologista, mecanicista, hay mucha presión para que la mujer salga viva, pero no se ve el parto como una experiencia vital que cambia la vida para siempre. Los profesionales de salud están descontextualizados en la formación. Ahora bien, hay que entender, como se vio en esta pandemia, su contexto. Muchos trabajadores están sobrepasados. En el imaginario social se asocia el ser médico al ser rico, pero a veces hay que trabajar varios turnos para que el sueldo alcance. Así, se abusa de los procedimientos médicos, te inyectan, te amenazan, no te dan privacidad. Muchos incluso en  prácticas formativas no piden permiso a la mujer si autoriza procedimientos, y la alejan de su compañero aunque esto sea normativo. Eso es lo peor: hay evidencia y normas acerca del parto respetado, pero también hay toda una cantidad de eventos desafortunados que hacen que esta violencia exista y el sistema de salud toma lo que le conviene. Incluso, si nosotros queremos implementar las prácticas del parto respetado, encontramos resistencia entre colegas.  Pero vemos las historias, de incluso violencia sexual, de incluso llegar a comprometer la salud de mujeres vulnerables de menores ingresos y todas las bareras que les ponen. De que las regañan, las gritan y toman decisiones sobre su cuerpo sin su consentimiento o de mujeres que han sufrido pérdidas alojadas al lado de las que han tenido sus hijos. Hay muchas aristas sobre el tema, pero también hay una tarea grande para informar, para que las mujeres conozcan sus derechos en el camino del parto respetado y también cambios en lo legislativo que implique que se adopten las  recomendaciones de OMS, y luego vendrá adecuaciones de servicios de salud que incluyan respeto por prácticas culturales de las mujeres en torno al parto”, le explica a Metro Elisa Jojoa Tovar, enfermera, docente de la Universidad del Cauca, Colombia,  y  partera tradicional.

Hasta ahora este tipo de violencia se está reconociendo como una práctica que debe dejar de ser normalizada y en la que las mujeres deben reclamar sus derechos. Y aunque los sistemas de salud no cambien de la noche a la mañana, al menos se debe garantizar que nadie tome decisiones sobre sus cuerpos en uno de los momentos más vulnerables y significativos de sus vidas.

«Los profesionales de salud están descontextualizados en la formación. Ahora bien, hay que entender, como se vio en esta pandemia, su contexto. Muchos trabajadores están sobrepasados. En el imaginario social se asocia el ser médico al ser rico, pero a veces hay que trabajar varios turnos para que el sueldo alcance. Así, se abusa de los procedimientos médicos, te inyectan, te amenazan, no te dan privacidad. «

4 preguntas a…

Vanesa Giraldo Martínez, psicóloga feminista y creadora de la cuenta de Instagram “La Mala Madre”

P: ¿Por qué este abuso está normalizado? 

–Las mujeres siempre hemos tenido en nuestros saberes ancestrales el cómo saber parir, pero hubo un punto en la historia en el que los hombres metieron la mano, literalmente, y en la Inquisición quemaban a las parteras que ayudaban a no tener dolores de parto y daban belladona para calmar el dolor, porque según la Biblia, la mujer debía parir con dolor.  Y si ves la historia, en la cultura occidental nos venden la idea de que al parir no somos capaces ni dueñas de nuestro cuerpo, ya que el parto hace parte de la sexualidad de la mujer y a través de eso han querido dominarnos. Entonces se vende la idea de que el parto es dolor hasta llegar al punto de que algunas mujeres le temen. Escuchamos que el parto es horrible, pero no que hay una violencia ahí. Es increíble que para parir tengamos que saber de ginecología, lactancia y derecho, porque ya no podemos confiar en el personal médico, en general, por todo lo que ha pasado. Ahora bien, en la comunidad médica niegan que exista violencia ginecobstétrica, no existe.

P: Si bien los procedimientos existen para que el bebé y la madre no mueran, ¿por qué hay tantos profesionales que abusan de su poder? 

–En este sistema te despersonalizan, aún tomando decisiones. Cuando me frustré porque no pude tener el parto que quería, la ginecóloga me dijo “mamá”, en vez de por mi nombre y solamente se burló de mí: “Otra que quiere la modita del parto humanizado”. Se infantiliza a  la mujer madre, doble opresión y ejercen todo el control sobre tu cuerpo de todas las maneras posibles. No parimos como queremos sino como ellos desean y así nos someten, a través del amor a nuestros hijos nos someten. No es fortuito que la violencia de género aumenta un 40% una vez eres madre.

“Parir como quieres es un privilegio de clase”

P: ¿Cuáles son las consecuencias de esta violencia a largo y corto plazo? 

–Es grande el estrés postraumático. La lactancia es más difícil. Incluso hay una práctica llamada “el punto del marido”, donde te hacen un corte transversal entre la contracción del ano y periné para que el bebé te pueda pasar y cuando te ponen puntos, te dejan la vagina más estrecha para darle placer a él. La OMS desaconseja este procedimiento, que se hace sin el consentimiento de la mujer. Si parimos en cuclillas, la vagina se abre un 30% más. Este procedimiento es una mutilación y muchas mujeres cambian su proyecto de vida por un parto. Deciden no tener más hijos por miedo, cuando debería ser una elección libre y natural.

P: ¿Sirve de algo informarse?

–Yo fui violentada en mis dos partos e incluso tenía una tutela: no me sirvió para nada. Parir como deseas en un privilegio de clase, los partos en agua llegan a costar hasta 3 mil dólares. Todo cambiará cuando a los profesionales de la salud se les eduque diferente, porque esto es institucional. Con un sistema de salud terrible y un sistema educativo peor, las mujeres se rebelan y tienen a sus bebés en sus términos, pero también son violentadas incluso ahí. Sí, es importante denunciar y el feminismo se ha preocupado por el aborto libre, pero debería hacer lo mismo por las mujeres que tienen a sus bebés y abogar por cambiar discursos en los que el sistema de salud se ensaña con las mujeres.

 

 

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