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¿Sus hijos están aprendiendo con la educación virtual?

La educación virtual es una nueva dinámica en los hogares ecuatorianos ¿Funciona?

El pedido de la maestra de la pequeña Melissa Torres, de 8 años, fue que apaguen la cámara y silencien el micrófono de su computador para recibir la clase de lenguaje a través de educación digital.

Pero la sorpresa se llevó su madre cuando entró y Melissa estaba -a la par- viendo la televisión. Esto causó una interrogante en Paola Urbina, su madre, respecto a cómo la maestra sabe que sus alumnos la están atendiendo si tienen las cámaras apagadas.

Entonces le preguntaron a la maestra y ella dijo que era para que no se sature la red pero que es también obligación de los padres vigilar que estén cumpliendo.

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Paola tiene que cumplir con teletrabajo, es madre de Melissa de 8 años y de Juliana de 2. Su esposo Marcos sale a su oficina y a ella le toca el oficio de ser ama de casa, profesora, niñera y trabajadora. ¿Cómo puede estar al 100% en constante vigilancia de que su hija esté aprendiendo?

Ella incluso dice que a veces por evitar alargar la jornada escolar digital tiene que hacerle un par de deberes para ayudar a la menor, y eso no perciben los profesores en esta modalidad.

Muchos padres de familia se sentirán identificados con esto. Jessica Granja, de 33 años, labora en el sector de la salud. Su hija Rafaella, de 8 años,  se queda al cuidado de sus abuelos y tío. Ellos tratan de ayudar a Jessica para que sus clases virtuales sean supervisadas.

La distracción es una dinámica

«He visto que es pésimo poder captar la atención de todos los estudiantes de manera virtual. Me cuenta mi hermano, quien me ayuda con las clases de mi hija, que las profesoras también pierden el tiempo. Por ejemplo, si una clase es de 30 minutos se le va unos 10 en controlar a los niños y verificación de sus dispositivos electrónicos.

Siempre hay uno o dos estudiantes que pueden generar distracción en los otros y esto dificulta captar las clases. Otro inconveniente es conseguir los materiales que se solicitan y peor aún en esta situación de la pandemia, donde no todo está abierto.

Creo que mi hija acabó el año aprendiendo un 30% en su segundo quimestre. Deberían ser las clases semi presenciales. El siguiente año lectivo debe haber una retroalimentación educativa para todos los niños», señala Jessica, quien manifiesta que no conocen la malla curricular para tratar de ver en qué ahondar o instruir.

Pero también hay una gran incógnita. ¿Cómo garantiza un docente que sus alumnos no copien en los exámenes? Esto considerando que el plagio a veces no se ha podido controlar ni en las mismas aulas.

Las edades influyen

Esto lo analiza Andrea Chiliquinga, psicóloga clínica de la Dirección Distrital de Educación La Delicia. «Los alumnos no están aprendiendo en educación digital porque, en primer lugar hay mucha información que no es aclarada.

Por ejemplo, como en la vida cotidiana, puedes coger un libro y leerlo pero eso no asegura que realmente estés aprendiendo, especialmente con los niños de edades pequeñas.

Quizá sea entendible con los chicos del colegio porque se trata de una cuestión autoeducativa. Consideremos que la educación digital es autoeducación y con esto quiero decir que hay que tener disciplina para establecer horarios y reforzar los conocimientos», detalla.

Para la candidata a especialista en Psicoanálisis y Prácticas SocioEducativas, todo esto se logra con la parte técnica y pedagógica, sin embargo, no todos están en conexión digital. Se reciben guías pero esto no suple el trabajo del docente de sentarse y explicar.

Hay que destacar que el trabajo humano que se hace a través de los maestros es aplicando metodologías de enseñanza para que el estudiante aprenda y eso es precisamente lo que se ha perdido en esta desconexión personal, dando lugar a que ese trabajo les toque asumir a los padres de familia.

Otro aspecto muy claro es que los padres no son pedagogos, ellos hacen su mayor esfuerzo por tratar de explicar con sus palabras aquellas cosas que están quedando por fuera de las guías pedagógicas y pues en este sentido no todo se logra entender.

Además hay que considerar que el aprendizaje de un niño no es el mismo de un adolescente, en el caso del segundo es más fácil releer e ir a investigar lo aprendido pero en el caso de los niños necesitan estrictamente un constante monitoreo.

Dicho lo anterior, su percepción respecto a la educación virtual es que los menores al no tener esa reatroalimentación constante en su aprendizaje se dificulta el mismo.

También está el aspecto de las instituciones educativas particulares que tienen más recursos tecnológicos. Hay casos de maestros que les asesoran pedagógicamente a los mismos padres de familia.

Las brechas tecnológicas

En el mundo del internet están los tutoriales que suben en Youtube y también ha facilitado la vida de las personas. Pero este acceso no está al alcance de todos, recordemos al sector rural donde tienen que escuchar las clases por radio.

Se trata de familias de escasos recursos con padres que no han terminado la educación primaria o secundaria y no puede ayudar al estudiante para continuar su proceso académico.

Estas son realidades muy palpables, no solo se trata de los que sí tenemos por lo menos un router de internet en la casa, hay quienes que no tienen ninguno de esos recursos.

“¿Cuál sería el panorama? Pues los estudiantes pasarán con muchos vacíos, con información a medias. Las mismas realidades intrafamiliares no permiten un desarrollo óptimo de las capacidades pedagógicas que implica determinación, una guía, espacios, etc.

Consecuencias en la formación académica

En este sentido, evalúa que un 60% de los estudiantes del país no estarían aprendiendo a través de la educación digital y este sector involucra a aquellos que no tienen los recursos necesarios. Los demás, con el debido control si pueden lograrlos.

Los menores de 12 años son una población de estudiantes más alta y necesitan el acompañamiento personalizado de padres y maestros. Los adolescentes intentan hacer lo que mejor pueden pero siempre quedará un vacío que explicar.

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