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Entrevista a Claudia Piñeiro: “Para mí escribir es algo ontológico, tiene que ver con el ser”

En una entrevista con Nueva Mujer, Piñeiro desvela sus comienzos en la literatura, habla de su nueva novela, Catedrales, de su proceso creativo y de su visión como militante feminista.

Fotografía principal cortesía de Alejandra López

 

En una charla de Claudia Piñeiro para Nueva Mujer, la primera impresión es la de una mujer amable, de ojos grisáceos  con una mirada muy particular, esa mirada de alguien que vive de describir las complejidades del ser humano.

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CONSTRUCCIÓN COMO ESCRITORA

Claudia Piñeiro, explica que desde que aprendió a leer, escribía pero le resultaba difícil verse a sí misma como «escritora de profesión u oficio».

Piñeiro, relata que procedía de una clase «media baja» y tenía que estudiar una carrera universitaria con «el esfuerzo» de sus padres, y que esos estudios le permitiesen trabajar.

La idea inicial de la escritora era matricularse en Sociología, pero corrían los años de la dictadura de Jorge Rafael Videla, y las carreras humanísticas estaban prohibidas.

Fue entonces, cuando Piñeiro decidió estudiar Ciencias Económicas.

Cuando se recibió, trabajó varios años como contadora y gerente administrativa de empresas.

«No me arrepiento, porque la universidad pública de Buenos Aires es buenísima, e igual que había materias que me interesaban menos, había otras que me interesaban muchísimo y me enseñó a estudiar y a trabajar», afirma.

La autora, también cuenta que gracias a los ingresos por su profesión, pudo matricularse en los cursos y talleres literarios.

Cierto día, se encontraba en un avión de viaje a San Pablo para hacer un inventario. Tomó un diario económico para leer, y en «un recorte chiquito» vio un concurso de novelas que organizaba la editorial catalana Tusquets.

Ese fue el punto de inflexión para que cuándo regresara de su viaje pidiese licencia, para poder dedicarse a escribir la novela.

«Si no, me iba a explotar la cabeza», narra.

Al llegar a Buenos Aires, buscó las bases del concurso y se enteró de que era dedicado a la literatura erótica, por lo que tuvo que adaptar su novela a la temática.

La escritora expresa que no pensaba ganar ni mucho menos, pero que cuando recibió una carta de Barcelona en la que Tusquets editores le informaban que había sido una de las diez finalistas con  su obra «El secreto de las rubias», significó el detonante para que se decidiese a cumplir su aspiración profesional.

 «Fue la primera vez que un espejo exterior me devolvió una imagen que me decía bueno, si te esforzás y seguís leyendo y estudiando para poder serlo a lo mejor algún día sos escritora», recuerda.

 

TRABAJO DE HORMIGA

Pablo Neruda, desde su casa de Valparaíso, se sentaba todos los días en su escritorio a escribir un poema tras otro.

«El trabajo de los obreros son sus manos, el mío, las palabras», declaró en su momento.

En una sociedad donde nos criamos escuchando que Mozart compuso su primera sinfonía a los ocho años, en la que se habla de «dones» y talentos especiales,  una sociedad que con tanto «que todo fluya», puede fomentar la desidia, Piñeiro demostró que con sus lecturas, su dedicación y sus horas en los talleres, pudo instruirse como una de las escritoras a día de hoy más respetadas en Argentina.

 

«Y SONREÍMOS, DICIENDO QUE ESAS LÁGRIMAS VALIERON LA PENA»

Si hay algo a lo que le teme un artista es a la crítica y pese a que desde que Piñeiro comenzó a publicar sus primeras novelas recibió el acogimiento de la crítica y público, dice que la «entrenó mucho para el rechazo» el taller literario que hizo con el escritor y guionista Guillermo Saccomanno, a quien define como su «maestro».

«Vos tenías que leer delante de otras personas un texto que habías escrito y tenías que recibir la devolución de tus compañeros y de tu maestro y ahí si había todo un entrenamiento para que te dijeran ‘esto es una porquería o esto esta mal o esto esta bien o esto me gusta’ y eso te dolía», explana.

Piñeiro, mantiene una amistad con varias amigas que hizo en el taller y rememora cuando le recuerdan las veces que salió llorando

«Y sonreímos, diciendo que esas lágrimas valieron la pena», expresa.

 

LA ESCRITURA PARA CLAUDIA PIÑEIRO

La autora insiste en que siempre le costó imaginarse cómo escritora y que por «las realidades económicas de los países» es muy complicado que alguien pueda vivir de sus ficciones escritas.

Lo describe como un camino difícil» y que todo fue un proceso gradual, en el que siempre tuvo claro su vocación.

«Para mí escribir es ontológico, es sustancial, tiene que ver con el ser y yo no sería la misma persona si escribiera o no escribiera pero, en ese sentido sé que la escritura es algo que no puede estar alejada de mí», asevera.

 

EL ÉXITO DE CATEDRALES

Catedrales, es la última novela de Piñeiro.

Escrita en 2018, se está vendiendo como panes en cuarentena en formato e-book junto a «Las viudas de los jueves»(2005).

Pero la novelista publicó Catedrales justo tres semanas antes de que en Argentina, el 20 de marzo, se estableciese el periodo de confinamiento.

«Cuando se tuvo que hacer el aislamiento social preventivo obligatorio ya había muchas personas que tenían el libro, entonces las primeras semanas de la cuarentena recibía montones de mensajes de lectores que casi me hacían una reseña del libro, todas sus sensaciones cuando lo fueron leyendo, porque además de tener más tiempo para leer […]  Sí hubo gente que pudo leer más, que pudo reflexionar más, que además pudo reflexionar más sobre lo que leía, pudo escribir a los escritores como me escribieron a mí y yo como escritora tuve más tiempo para poder leerlos y para poderles contestar entonces fue todo un intercambio a partir de ese libro que fue muy hermoso en la cuarentena», detalla.

 

CATEDRALES, UN ESPEJO DE LA ACTUALIDAD ARGENTINA

La religión, la hipocresía eclesiástica, el aborto, los secretos, el machismo son temas presentes en la última obra de Piñeiro.

La escritora, apunta que cuando ella escribe una novela es «algo que le pasa a esos personajes» que le aparecen «en una imagen disparadora» y que muchas de sus obras «tienen que ver con lo que está pasando en ese momento» a su alrededor.

Ahí alude a su interés por la sociología, la carrera que no pudo estudiar.

«Creo que hay una mirada sociológica sobre las historias que cuento, y cuento las historias que pasan cerca mío», dilucida.

Si bien el aborto ya lo trató en Tuya y Elena sabe, en Catedrales es más que candente, ya que Piñeiro la escribió en 2018, justo cuando en Argentina se puso por primera vez sobre la mesa el tema del aborto libre, seguro y gratuito.

Piñeiro, militante feminista, afirma  que con esta última publicación se hizo «mucho más evidente cuál era su postura».

«Entonces llama más la atención quizás ahora que cuando escribía en el 2005 que ni se usaba la palabra aborto porque la palabra aborto por lo menos en Argentina estaba vedada pero el tema estaba mas presente porque en 2018 hubo un debate q estaba todo el tiempo en mi cabeza desde la ficción y desde el debate«.

Sobre  la religión, asegura que «sí hubo un tema con la Iglesia».

En su militancia, precisa cómo ella y otras asociaciones feministas acudían muchas veces a ver a diputados y a senadores para hablar de «la necesidad de las mujeres con respecto a que haya una ley de aborto seguro y gratuito».

La escritora, además es militante por los derechos de la mujer.

Le exponían a los políticos, todos los peligros del aborto clandestino, que iba seguir sucediendo. y la cantidad de muertes y mutilaciones que continuarían sufriendo las mujeres.

«Lo que recibíamos del otro lado eran respuestas del tipo ‘bueno, yo sí estoy de acuerdo que habría que hacerlo pero cuando vuelvo a mi provincia el obispo me reta’ o ‘cuando voy a misa con mis hijos y el cura delante de mis hijos habla mal de mí o ‘cuando yo vuelvo a mi provincia yo tengo muchos votantes evangelistas no me van a votar en las próximas elecciones'», revela.

La novelista comenta que se empezó a enfrentar con la hipocresía referente a la religión.

Piñeiro se declara atea «desde hace muchos años» y asegura respetar «muchísimo lo que piense cada uno respecto a la religión», pero señala molestarse por «la hipocresía de los que dicen en nombre de una religión puedo, opino una cosa y por detrás hacen otra».

«Muchas de estas personas a las que fuimos a ver habrá habido abortos en sus familias a lo mejor pagados por ellos, sin embargo a los demás le muestran una cara diferente y esa hipocresía con respecto a la religión si me hizo mucha marca y esta reflejada en la novela», remarca.

 

LENGUAJE INCLUSIVO

En una escena de Catedrales, hay un guiño al lenguaje inclusivo.

«Está casi como un chiste en el forense justamente para demostrar esa incomodidad. Yo todavía no usé el lenguaje inclusivo porque no lo necesité, pero sí siento una incomodidad, cuando yo tengo que ir a un lugar donde hay diez mujeres y un hombre y digo ‘los presentes’ a mí me incomoda», reconoce.

La escritora dice que en el activismo «a veces» usa el lenguaje inclusivo para «nombrar a las personas que están sentadas sobre una mesa».

«Si vos no sabés a que género pertenece, si es lo o la, a veces lo más amigable es decir «les».

«Hay una incomodidad de un  lenguaje que nos queda chico, que no nombra lo que tiene que nombrar  y me parece que de alguna manera sí le vamos a dar una vuelta para que el lenguaje nos mencione a todos», formula.

 

EL OBJETIVO DE SU ESCRITURA

«Yo creo que no hay una voluntad de mensaje, la voluntad es escribir una historia y esos personajes viven una historia y es muy difícil separar en tu cabeza compartimentos del escritor, el activista, el escritor, la mujer la madre», determina Piñeiro.

Agrega que hay una verdad que no es impermeable entre el activista y el escritor», y que lo que ella trata de hacer es la «bajada de línea».

Cita como ejemplo que Catedrales está narrada por seis voces, con posturas muy diferentes, «para que esta historia la tengan que armar entre todos y que cada uno se pueda posicionar en el punto de vista que esta marca».

«Nadie se cree que es malo en la vida», asegura la escritora, como una muestra de que las acciones que comete la gente están determinadas por sus principios.

«El personaje tiene que creer que actúa con una lógica y una moral ética propia»delinea, y «todo lo q por acción y omisión hicieron los personajes responde a una ética» que ella armó «con respecto a la cabeza de esos personajes».

 

ESCRITURA EN CUARENTENA

Piñeiro afirma que desde el confinamiento ha escrito notas, revistas, textos o ensayos que tienen que ver con esta situación de encierro.

Sí admite que actualmente  le cuesta escribir ficción  porque la suya «está muy pegada al aquí y ahora».

«Cuando vos escribÍs más o menos el mundo era estable y yo si salía a pasear por Palermo dentro de 6 meses era el mismo, pero hoy no sé cual va a ser el escenario para esos personajes y me cuesta mucho imaginar una ficción,  no solamente por el escenario, si no por cómo se van a dar conflictos que antes uno sabía q se resolvían de una determinada manera», ratifica.

 

EL CIEMPIÉS Y LA HORMIGA

Claudia Piñeiro es una de las escritoras más leídas en Argentina, sus obras se han traducido a varios idiomas y ha recibido incontables premios.

La autora, afirma que no sabe exactamente el por qué de su éxito.

«Yo a veces uso la imagen del ciempiés, el ciempiés iba caminando le pasa una araña y la araña le dice ‘tan elegante con tus 50 pies, nunca se te traba nunca nada, ¿como hacés?’ Y el ciempiés trata de explicarle y y ya no puede caminar porque se le traban los pies», cuenta como ejemplo.

La escritora, cita al dramaturgo alemán Bertolt Brecht, que decía que escribía «para Carlos Marx, sentado en la tercera fila».

Entre risas, confiesa que desconoce quién está al otro lado de sus libros.

«Uno camina y no sabes exactamente cuales son las cuestiones que hay, pero lo que sí sé es que cuando escribo sé que hay alguien y trato de contarle la historia y que me siga por por arriba de mi hombro espiando lo q yo estoy escribiendo y que quiera seguir viendo lo que estoy escribiendo», revela.

Para Piñeiro, la escritura es «un acto de comunicación».

Siempre tiene presente a ese ciempiés y declara que no quiere convertirse en él, que llegue un momento en el que no pueda caminar «porque se le traban las patitas».

 

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