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Estefanía Grunauer, la mujer que encabeza el control de Quito

Ser madre soltera no es fácil pero Estefanía Grunauer ha demostrado que las mujeres somos potencialmente fuertes y por eso tiene a cargo el control de Quito.

Estefanía Grunauer tiene alegría por todos lados en su casa. No se trata de ese sentimiento casual que se traduce en una sonrisa. Se trata de uno de sus dos motores de su vida: su última hija.

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Con 3 años, revoluciona toda la vida de Estefanía y, con la complicidad propia de una madre, tiene licencia para generar cierto descontrol en el hogar que provoca felicidad.

Aquello contrasta con el perfil profesional que tiene: es la máxima autoridad de control de Quito al ser desde el 15 de mayo de 2019, la Supervisora de la Agencia Metropolitana de Control.

Su otro motor es Victoria. Ella tiene 5 años y día a día sorprende a mamá con sus relatos y aprendizajes. Los números los domina, pero al momento de hablar sobre sus héroes, impresiona.

En su último relato, tarea que pidieron en su escuela, hablaba sobre los bomberos y su trabajo. Era su primera vez frente a las cámaras e imitaba a mamá en una de sus múltiples entrevistas. Un minuto bastó para captar en esencia y forma el heroísmo de quienes conforman la casaca roja.

Estos momentos son los que alivian la carga laboral. De hecho, cada día es fuerte para ella. Son las 23h58 de un día cualquiera.

Estefanía Grunauer deja su móvil después de conversar con alguno de sus compañeros para evaluar la situación de Quito a esa hora. Tras un mensaje de calma, camina hacia el cuarto donde descansan sus hijas. También controla el sueño de ellas.

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Luego de 5 horas de sueño, nuevamente toma su teléfono. Esta vez la preocupación está en uno de los camales clandestinos que hay que intervenir en una parroquia.

La preocupación es alta. No solo porque hagan mal uso de su Licencia Única de Actividades Económicas (LUAE), sino porque de ahí puede salir carne en mal estado que posteriormente causará problemas de salud en los quiteños.

Sus actividades se han multiplicado durante esta pandemia que azota la capital y el país.
Pero a las 06h30, es hora de volver a ser mamá. Cualquier hito que se logre en la ciudad es nada comparado con la construcción diaria de su obra máxima: sus dos hijas.

Tras darles el desayuno y preparar las clases virtuales de Victoria, nuevamente hay que dar cara a la ciudad. Su armadura: una chompa azul con el logo naranja que dice AMC más los guantes, mascarilla y un traje de astronauta.

Con eso, más su determinación, es suficiente para enfrentar los peligros que a diario se encuentra en la calle.
Al hablar de las madres se viene un sentimiento muy especial, porque es el único ser que puede dar vida a otro ser y eso le convierte en alguien sublime a quien merecemos respeto por las horas, días y momentos que nos regalan.

Cuando nos sentimos mal o las cosas no salen como se espera, la madre es nuestra súper heroína y sus hijas ven así a Estefanía.

Por eso queremos hablar de una madre a la que hemos llegado a conocer la mayoría de quiteños, porque su nombre está relacionado con el control, hablamos de la abogada Estefanía Grunauer, una mujer aguerrida, de carácter fuerte, quién desempeña su trabajo  representando a una institución que curiosamente en su mayoría son mujeres, siendo así un reto diario cada una de las actividades que realiza cómo madre y profesional.

Su vida entre el trabajo y ser madre es una tarea muy complicada porque a veces el tiempo no es suficiente para compartirlo, los diferentes compromisos en el trabajo muchas de las veces, le obliga a llegar muy tarde a casa y las encuentra dormidas, siendo eso muy triste, pero sabe que debe trabajar por su familia es cabeza de hogar, implicando más responsabilidad en su diario vivir.

Objetivos en marcha

Una de las primeras tareas asignadas fue la de recuperar La Marín. Cuando se puso en marcha el proyecto, los ojos escépticos pulularon a su alrededor.

Propios y extraños creían que el reto era imposible de cumplir. ¿Cómo recuperar un espacio tradicionalmente tomado por los vendedores y la delincuencia? Hacía falta valentía, la misma con la que ha liderado operativos en centros nocturnos, o con la que llegó a San Roque para ordenar las veredas tomadas por el comercio no regularizado.

También hacía falta visión, aquella que produjo un cambio estructural en la Agencia Metropolitana de Control y le permitió modernizar su gestión.

«Ser madre sola no es un impedimento pero es duro cuando tengo que irme, mis ojos se llenan de lágrimas y me pongo en los zapatos de muchas de las funcionarias de las mismas que no tendrán quién cuide de sus hijas.

Lea envío un gran abrazo y me siento orgullosa de representar esta institución de mis mujeres guerreras. Feliz día de las madres», culmina Estefanía.

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