El 2020 empezó con una de las mejores bendiciones para Jazmín Pérez y María José Cueva, dos mujeres que se consagraron en la historia del Ecuador como las primeras pilotos ecuatorianas de combate.
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Ellas son las protagonistas de nuestra portada con las que queremos recordarles a todas las niñas y jóvenes del país que siempre se puede. Y no lo vean como una frase cliché. Este es el común denominador de estas dos chicas que enfocaron sus sueños en hacer algo diferente para su vida y para la patria.

Culminaba el 2019 y en la Base de Manta rendían la última prueba para su graduación volando en aviones subsónicos Supertucanos. María José, una quiteña de 26 años, recuerda que sus nervios estaban a flor de piel, pero imaginaba la mirada de sus familiares hacia el cielo, enviándole las mejores barras para alcanzar este gran logro.
El sentir fue similar para su amiga y compañera Jazmín, oriunda de Otavalo, quien cuenta que debían dar en el blanco con bombas MK82… y así fue ¡Lo hicieron! Inmediatamente, mientras descendían, el corazón les latía a mil, parecía que se salía del pecho, las ganas de hacer una maniobra de felicidad en la aeronave no faltaron y finalmente alcanzaron una insignia como honra a su gran esfuerzo, tras ocho años de haber decidido convertirse en pilotos.

María José hace una retrospectiva y dice que cuando era niña jugaba con todos los juguetes: muñecas, peluches, carros, etc., pero nunca se le cruzó un avión para imaginarse como mujer aviadora. “Hoy me veo y siento que llegué donde nunca antes pensé. Pero sin duda, esto es mejor de lo que me propuse”, recalca.
En el colegio Benalcázar, donde estudió, le habían dado una inducción de este tema y los ojos le brillaron al ver gente saltar en paracaídas o pilotear aviones. Ahí fue cuando les confesó a sus padres el deseo de formarse en la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). “‘Pensarás bien. ¿Estás segura?’ me preguntaban. Además, no hay un solo militar en mi familia, pese a todo no dudé jamás. Estoy feliz de haber marcado historia, hemos roto esquemas y siento que tengo mucho más para dar”, destaca María José.
Tiene dos hermanos, una mayor que se encuentra en Corea estudiando un doctorado en Ingeniería Química y el menor formándose como ingeniero mecánico. Este último también quiere seguir los pasos de María José y entrar a la FAE.
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En el caso de Jazmín, su curiosidad nació porque tiene dos familiares militares y en una ceremonia a la que fue invitada le llamó la atención aquellos que tenían el overol verde como uniforme, el que caracteriza a los pilotos. En el colegio se dedicó al deporte, específicamente al básquet y tras ingresar a sus estudios universitarios en la Politécnica Nacional revivió con fuerza la idea de ingresar a la FAE por motivación de uno de sus compañeros. A la par de sus clases en la “u” dio las pruebas para aviadora y cuando supo que fue admitida les dio la noticia a sus padres.
Todo el universo conspiró a su favor porque cuando se estaba preparando en la Base Aérea de Salinas se postuló para una beca de formación en Brasil y la ganó, así obtuvo -años más tarde- el título de piloto en el país carioca. “Allá aprendí a valorar mucho más a mi país y a defender mis aptitudes porque querían que use la bandera de Brasil en mi uniforme y me negué, pedí que sea la de Ecuador la que estuviera marcada en mi overol y los demás siguieron mi postura”, hace memoria.

En su promoción no había mujeres pilotos, solo técnicas. Ella se convirtió en la primera aviadora de su escuadrón fuera del país, el grupo estaba conformado por 230 hombres y Jazmín. Al volver, logró entrar en el mejor top 8 para la preparación como piloto de combate.
¿Pero qué implica esta tarea? No necesariamente debe existir una guerra para ejercerla. En los altos mandos siempre ha prevalecido la protección del territorio con todo el despliegue de sus fuerzas por mar, tierra y aire. En el campo de la aviación puedes especializarte en tres ramas: combate, rescate y transporte. Tanto María José como Jazmín calificaron dentro del grupo de los ocho mejores puntuados para formar el escuadrón Halcones del Ala de Combate Nº23 en la Base Aérea de Manta.
El grupo se denominó así haciendo venia a las características de una de las aves más rápidas del mundo: el halcón. Los biólogos las consideran como las aves más nobles y espectaculares porque detectan a su presa desde grandes alturas y descienden en picada para atacar. Así es como se especializaron las oficiales con más de 300 horas de preparación académica y ejercicio en simulador de vuelo, tal como los halcones han diseñado sus estrategias de ataque.
Además, conocen de manejo de armas y emergencias, entre otras destrezas como el tema de las misiones constantes de seguridad interna en las fronteras para combatir el narcotráfico, en estas situaciones son expertas en el manejo de una cámara electroóptica que va en los aviones para también detectar asentamientos ilícitos de minería ilegal y hacer tomas del oleoducto ecuatoriano, previniendo fugas. “Es parte de nuestro día a día en tiempo de paz porque Ecuador promulga esa idea, pero no por eso descartamos que exista una guerra o que seamos requeridas por otras Fuerzas para dar soporte ante un evidente conflicto. Nos hemos preparado al 100 % para eso”, señala María José.
Cada piloto lleva un nominativo con los que se sienten identificados, eso recitan sus insignias colocadas en una de las paredes de la Base Aérea.
Prajna es el que escogió Jazmín. “Una de las reglas para escoger tu nominativo es que empiece con la primera letra de tu apellido y pues fue un poco complicado, pero encontré a Prajna que significa sabiduría, guerrera capaz de superar las adversidades y alcanzar la gloria. Ese fue mi caso para luchar por mi sueño”, cuenta Jazmín.

Cleopatra es el de María José. “Todos dicen que ella logró sus méritos solo por seducir, pero no es así. Esta mujer me inspiró porque trascendió y se destacó como una mujer poderosa y enérgica en el trono de Egipto, distinguiéndola de la mayoría de reyes varones de ese entonces”, detalla.