Por Luz Lancheros, @luxandlan*
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Hay una especie nueva en la fauna política y social de las redes sociales colombianas: se llama el machiprogre. Ese que dice defender las luchas de los grupos más vulnerados por este sistema político y económico, sobre todo a las mujeres, pero que ostenta todo su machismo con comentarios desatinados y con otras actitudes que lastimosamente la cultura da por normalizadas. Y en eso sí que, especialmente, los líderes de Colombia Humana se llevan galardones.
Aclaro, antes de que me lluevan hordas de «Petroliebers»: no soy uribista, desprecio profundamente todo lo que representa el Centro Democrático y el presidente me parece una figura nefasta. Voté por Petro en 2018, pero viendo cómo se ha comportado a la hora de también expresar su machismo con sus alianzas y también viendo el comportamiento de varios hombres de su partido, debí pensarlo dos veces (igual no había remedio). No solo por esa conducta machista que han puesto en tuits y en sus acciones, sino porque si, supuestamente son la opción moral que es mucho mejor que el partido que va en contra de los derechos de las mujeres (sí, el aborto es uno de ellos) , deberían tener y cumplir un rasero más alto. Y no lo tienen.
Son iguales, y hasta peores que los vasallos declarados de Álvaro Uribe a la hora de responderles a las mujeres que los confrontan por ellos, seguidores incluidos. Aquellas que han denunciado por acoso a Hollman Morris han sido amenazadas al clásico (y qué horror decir clásico ya en este país, así estamos) estilo paramilitar, aquellas que cuestionan a Petro por aliarse con él también fueron vapuleadas y violentadas por los petroliebers.
https://twitter.com/GustavoBolivar/status/1225804875382042624
E incluso, sin siquiera tener nada que ver con el tema, Gustavo Bolívar le recuerda de manera poco empática, violenta y con el ánimo de encausarlo todo a la ideología, su propia violación a la periodista Claudia Morales. «Diga quién es ÉL», le dice, en un tono violentador, frivolizando y manipulando un episodio tan doloroso y sobre todo, la exhorta, para esos propósitos a hacer algo a lo que se niega, porque sabemos bien que en Colombia gana siempre el que tiene el poder (y de paso relegando a la periodista a una mujer «con ira represada») . Y que la justicia no hace absolutamente nada por las mujeres golpeadas y acechadas. Hay montones de casos con qué comprobarlo. Y no, no valen las disculpas, Gustavo. Ya pelaste el cobre.
Sé que muchos de ustedes están pensando esto ahora mismo: «pero se delican por cualquier cosa que les digan». «Se delicaron». Sí, nos delicamos, porque en el lenguaje es donde comienza la violencia
Por eso, se esperaría que todos aquellos que políticamente se oponen a estos «colombianos de bien» que excluyen de manera clasista, racista y machista a las mujeres, tuvieran una educación básica en género, en nuestras luchas. Que supieran cómo está la situación de las mujeres en este país, donde ninguna, (sí, ninguna) se salva de ser violentada o física o simbólicamente o laboralmente. Ahora, tampoco se confundan: no es ni comparable ordenar masacres con el comportamiento de muchos machiprogres (que bien son temas en contextos distintos) . Pero si supuestamente tienen una bandera moral y en eso han construido su discurso político con el que pretenden pagar su sueldo de los impuestos de muchas personas, incluyéndome, deberían cumplirlo. Supuestamente. Qué tristeza decir que no espere nada de ellos: son políticos. Y ver que en cuestiones de género son iguales a quienes se oponen. Ya tenía razón Gabo: «La única diferencia entre los liberales y conservadores es que unos van a misa de cinco y otros a misa de ocho».
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Acá, con el tema del machismo pasa lo mismo.
Sí, sé que muchos de ustedes están pensando esto ahora mismo: «pero se delican por cualquier cosa que les digan». «Se delicaron». Sí, nos delicamos, porque en el lenguaje es donde comienza la violencia. Una palabra sobre el cuerpo, una palabra que minimiza, invisibiliza cambia las percepciones completas de una persona y su entorno. No es que seamos una generación ofendida, simplemente sabemos que ya no nos tenemos que tragar toda la violencia que se tragaron nuestras madres y abuelas y «ser fuertes». Podemos protestar, porque no hemos ganado nada por estar calladas, tenemos el derecho a defender lo que somos de personas que aún no entienden el significado de empatía y peor, de las que fingen estar con nosotros pero son machistas con lo que dicen y hacen (ahí está Matador y sus patéticas caricaturas, por ejemplo). Hemos ganado mucho para que nos sigan viendo y tratando así. Y esto es imparable.
Espero esto no lo entiendan solo Petro y sus aliados, sino todo aquel que sigue subestimando a las miles de mujeres que ya no están dispuestas a callarse más y a ser violentadas. Y que si lo van a usar de discurso político, que sea coherente, porque al menos, nosotras no se los perdonaremos ni lo olvidaremos nunca en las urnas. Ya bastante hemos tenido con ser atacadas todos los días.
*Las opiniones de la columnista no representan las del portal