Al igual que los criminales de guerra, los líderes que cometen o facilitan el ecocidio, como el incendio del Amazonas, actúan contra los mejores intereses de la humanidad en su conjunto.
Para decirlo sin rodeos, la civilización humana tendría dificultades para sobrevivir sin la selva amazónica, y mucho menos todas las demás selvas actualmente bajo ataques simultáneos de la industria y los incendios forestales provocados por el clima.
El ecocidio como crimen internacional contra la humanidad
Ahora, muchos organismos internacionales ya reconocen ciertos tipos de delitos ambientales. Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Interpol, la Unión Europea, el Instituto Interregional de Investigación de Delitos y Justicia de las Naciones Unidas y el G8 reconocen la siguiente actividad como oficialmente criminal:
-Vertidos y comercio ilícito de residuos peligrosos
-Comercio ilegal de vida silvestre en especies en peligro de extinción
-Pesca ilegal y no reglamentada
-Uso y contrabando de sustancias que agotan el ozono
-La tala ilegal y el comercio de madera robada que viola las leyes nacionales
Sin embargo, la destrucción de ambientes ecológicos cruciales para la supervivencia de la humanidad (y de otras especies), ya sea ilegal o no por un país en particular, no está en la lista. Uno pensaría que sería el peor crimen y el elemento más importante para incluir en primer lugar, ¿verdad?
Por lo tanto, acorde a lo dicho en un artículo de Cultura Colectiva, es importante hablar sobre el ecocidio más allá de los términos nacionalistas, ya no limitados por la jurisdicción territorial. Necesitamos hablar de ello como una prerrogativa internacional.