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Madres ecuatorianas que logran mantener sus hogares con el reciclaje

Las recicladoras de Quito han logrado sacar adelante a sus hogares gracias a la recolección del reciclaje.

El trabajo de una madre es incalculable. Por ejemplo, tras la recolección de los tarros de basura de nuestros hogares hay un gran trabajo de reciclaje gracias a mujeres que han logrado dar la educación y mantener a sus familias a través de este oficio.

¿Cuántas veces has sentido esa sensación de repugnancia o vómito cuando ves una rata muerta, papeles higiénicos usados en los basureros o toallas higiénicas malolientes? Esto es algo totalmente normal en la jornada de trabajo de Elvia Pisulí, de 37 años, quien es una experta en la separación de todos los desechos que salen de Quito.

Para ella, este es un trabajo como cualquier otro, en el que cumple un horario y con el que ha podido educar a seis hijos. Hoy en día, con más de dos décadas dedicadas a esto, es la vicepresidenta de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador. Su historia y su experiencia le ha permitido hacer intercambios internacionales para dar y recoger más conocimientos de esta tarea del reciclaje.

Elvia empieza su jornada a las 7 de la noche y culmina a la 1 de la madrugada de cada día. Ella recorre varios puntos de la ciudad abriendo los contenedores de basura y recogiendo los desechos de los espacios públicos. Su trabajo consiste en separar el cartón, los plásticos y el papel de los desechos orgánicos. En este proceso manipula absolutamente todo lo que se bota en los hogares de la ciudad. Por ello recibe unos $150 mensuales para mantener su casa.

«En mi Asociación, en el Mercado Mayorista, todos nos reunimos para definir las rutas de recolección. Somos 35 personas, de las cuales 31 son mujeres y aquí hay 11 madres de familia además de personas de la tercera edad. Yo siempre digo con orgullo que soy una recicladora porque gracias a nuestras manos limpiamos el rostro de la ciudad.

¿Sabe qué es lo mejor? Que mis hijos son igual de ambientalistas como yo y sé que sus hijos, y los hijos de sus hijos van a seguir con este legado que he cosechado en mi hogar. Ellos transmiten el conocimiento y la importancia del reciclaje en sus universidades, colegios y escuelas. Eso me enorgullece porque ven a su madre hacerlo en el día a día», destaca Pisulí.

Inicialmente dedicó su vida al reciclaje en un relleno sanitario en un botadero en las afueras de Quito. Ahí fue donde se inauguró en la práctica del reciclaje y donde superó los peores capítulos al ver animales muertos como ratas, perros, palomas o gatos. Soportó todos los malos olores que podamos imaginarnos y hasta ha manipulado cosas y objetos desagradables, arriesgando su vida a enfermarse.

Sin embargo, las enfermedades no han sido el único riesgo para las mujeres que se dedican a esto. Su compañera de equipo, Angélica Taipe, lleva 17 años en el oficio, y dice que en las calles se exponen a todo: robos, violaciones, atropellamientos y hasta asesinatos, hechos de los cuales han sido testigas en varias circunstancias, mientras se dedican a reciclar.

Angélica dice que pese a todo esto vale la alegría recibir «unos centavitos» para ver surgir a sus hijos. En su caso, son tres jóvenes de 10, 17 y 15 años. «A veces me acompañan al trabajo y se saben al revés y al derecho cómo reciclar. Mi hermana también colabora y ha podido mandar a la escuela a sus niños», cuenta.

Según estas madres de familia, su sueño es alcanzar el salario básico y ser aseguradas porque la mayoría son jefas de hogar. Para Elvia, Angélica así como otras, esta labor se convirtió en familiar y han logrado sacar un fondo común para sobrevivir «porque (en el caso de Elvia) con 6 hijos y con $150 era casi imposible».

En este grupo, confiesan que han encontrado muy buenas amigas. Recuerdan que se han apoyado moralmente cuando una ha sido agredida físicamente por su esposo o por aquellas que tiene el autoestima baja por los problemas familiares o de violencia. Están, también aquellas que han tenido que recurrir a sus ahorros por enfermedad y las abuelitas que quieren seguir siendo activas con el reciclaje luego de varios desplantes en otros empleos.

 

Gestión privada

Varias empresas privadas apoyan esta ardua gestión. Arca Continental en Ecuador es una de ellas y busca brindar a los recicladores de base mejores condiciones económicas, sociales y organizativas e incrementar esta práctica a través de fomentar una cultura de reciclaje. La empresa puso en marcha en Quito el programa DAR – Desarrollo, Ambiente, Reciclaje. Los principales socios son el Municipio de Quito con su programa “Quito a Reciclar” y la Red Nacional de Recicladores de base (Renarec), a través de quienes esperan también beneficiar a más recicladores de base que no se encuentran asociados a la Red.

 

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