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Tess Holliday en portada solo prueba cuánto odias a las gordas

No, tu no te preocupas por la salud de un gordo. Simplemente lo detestas.

 

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@luxandlan

Sí, la obesidad y el sobrepeso son problemas de salud pública. Sí, son graves, sí, implican costos de salud, pero también culturales. Porque cuando alguien como Tess Holliday, la modelo que ha pasado la mitad de su carrera explicando que ella es sana, posa en portada de Cosmopolitan, las redes sociales arden.

«No es sano estar obeso, ella (así como las fat bloggers y las modelos plus) solo romantizan la falta de salud y voluntad», dicen miles en redes sociales. Miles que probablemente tienen peores hábitos de salud, pero que con solo ver un cuerpo ya pueden hacer diagnósticos médicos, mejores que un profesional, para determinar que todo gordo va a morir en cualquier instante solo por serlo. Pero es que eso también les pasa a los flacos si beben como cubas, si se acuestan a deshoras, si siguen malcomiendo así no engorden, si se drogan.

Acá no es cuestión de que por tu forma eres más saludable o no. Es tus hábitos. Y también eso lo dictamina un profesional íntegro, no el típico nutriólogo que odia a los gordos sin saber por qué lo son.

Acéptenlo: lo que odian, lo que les incomoda, es ver a una mujer con muslos gelatinosos, gruesos, blancos, una cara preciosa, un pelazo, en vestido de baño porque es algo que ustedes mismos no podrían aceptar si lo tuvieran. Porque para ustedes la gorda es una mujer falta de voluntad, floja, que merece todo lo que le pase. De la que hacen chistes, está prohibido que confíe en sí misma, que se ame con esa forma corporal, porque a todos nos han enseñado que estar delgado es estar feliz y sano, porque claro, Kate Moss y su heroin chic y todo lo que hizo en los 90 era pura vitalidad, pura vida sana, oye. Es que destruir hoteles con Johnny Depp en un ataque de ira mientras te tomas una botella de whiskey cada noche es muy saludable.

Claro, es que las gordas son «flojas» porque no tienen esa disciplina espartana, nazi (porque sí, amigos, de esa regulación de los cuerpos griega también se inspiraron los nazis, pero no les pido nada si ni saben ni escribir), que tienen ustedes, que es pedir pizza mientras juegan videojuegos y tomar hasta no acordarse de nada. Vaya, qué disciplina, estoy viendo sus cuadritos, ahora mismo van a ir con Leónidas a hacerse matar contra los persas. Ah, pero verdad, lo único que saben hacer es ir a tuitear de que cómo es posible que una gorda salga en vestido de baño, qué horror. Cómo han cambiado los hombres en tres milenios.

A todos nos han enseñado que estar delgado es estar feliz y sano, porque Kate Moss y su heroin chic y todo lo que hizo en los 90 era pura vida sana. Es que destruir hoteles con Johnny Depp en un ataque de ira mientras te tomas una botella de whiskey cada noche antes del desfile es muy saludable.

Pero, ¿quiénes son ustedes para juzgar los cuerpos de otros? ¿Para incidir en la vida de otros? ¿En cómo quieren verse? ¿En cómo quieren sentirse? ¿Qué les da derecho a decir que una mujer gorda no  puede quererse con su forma? ¿Por qué les cuesta aceptar en otros lo que ustedes no pueden de sí mismos? ¿Para cuándo entramos al siglo XXI y aceptamos que ser gordo solo es una forma, una forma más de muchas otras, así como la gente con intervenciones? ¿Para cuándo dejamos atrás el Medioevo, muchachos?

Por eso me encanta, me fascina que Tess Holliday les siga picando el odio. Porque ahí se ven más acomplejados. Más infelices. Notando más sus defectos, su incapacidad de tener en la vida algo de la actitud, el amor propio y la personalidad de Tess. De una mujer gorda, con todas sus letras. No es un insulto.

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