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Cómo educar sin estereotipos y roles de género: Expertas nos cuentan

Criar a niños y niñas en igualdad, y sin mandatos de género, es posible. ¿Cómo lograrlo? El relato de una escritora y la experiencia de una sicóloga infantil dan cuenta que, si ofrecemos alternativas a los más pequeños y no limitamos lo que quieran ser, se puede.

“El rosado es para las niñas” o “los niños no lloran” son frases que escuchamos a menudo y que limitan la libertad de las personas desde pequeñas, evitando que desarrollen todo su potencial. Con lo anterior es bueno esclarecer que el rosado no es más que una tonalidad de la impresión que producen los rayos lumínicos en la retina del ojo, pues los colores son subjetivos y dependen de la luz y la distancia del objeto. Por otro lado, expresar nuestras emociones es parte de ser humanos.

Los hombres lloran y está bien, basta recordar a Gary Medel en un mar de lágrimas en el Mundial de Brasil 2014. Él mismo, años antes, comentó que pese a que entrar a la cancha es emocionante, no podía llorar y enunció lo siguiente: “No pude llorar en el himno porque después decían que era el  ´Pitbull gay´”. Sobre esto es necesario enfatizar que ser homosexual no es sinónimo de mostrar vulnerabilidad y, tanto hombres como mujeres, podemos hacerlo si queremos.

Apóyate con bibliografía

Es relevante revisar qué tipo de familia y, finalmente, qué personas se forman hoy para el futuro. Justamente eso cuestiona la escritora nigeriana Chimananda Ngozi Adichie. La autora de Todos deberíamos ser femenistas, libro inspirado en una charla TED disponible en Youtube, plasma cómo los estereotipos y roles de género limitan tanto a hombres como a mujeres.

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La novelista plantea algo que es real y hasta suena paradójico, pues la sociedad prohíbe ciertos comportamientos a las niñas, pero después los celebra en los niños. “No pueden ser rabiosas ni agresivas ni duras, lo cual ya es malo de por sí, pero es que luego nos damos la vuelta y nos dedicamos a elogiar o a justificar a los hombres por las mismas razones”.

De esta manera, Ngozi asegura que es vital repasar cómo se quiere educar: “La forma en que criamos a nuestros hijos le hace un flaco favor. Reprimimos la humanidad de los niños. Definimos la masculinidad de una forma muy estrecha”, dice.

En Cómo educar en el feminismo, otro de sus libros, entrega una docena de recomendaciones a una amiga a través de una carta. Destaca que es necesario enseñar a las niñas que “los roles de género son una solemne tontería” y lo ejemplifica con tareas cotidianas como barrer o cocinar, las que no son exclusivas del género femenino.

“Si no les ponemos a nuestros hijos la camisa de fuerza de los roles de género, les dejamos espacio para que alcancen su máximo potencial”, agrega.

Recomendaciones desde la experiencia

Para Emilia Aguilera, sicóloga infantil y madre de un niño, estas prácticas son fundamentales y coincide con Ngozi. La experta, quien además es creadora del fanpage de Facebook Criar sin morir en el intento, plataforma a través de la cual comparte videos y consejos para padres y madres, ahondó en cómo debe adaptarse la educación de  niños y niñas, considerando los debates sobre la perpetuidad de convenciones sociales.

Aguilera sugiere que lo primero que hay que hacer para criar sin estereotipos es que los mismos padres se liberen de ellos, porque “si estás de acuerdo con que un hombre vista rosado, tienes que enseñárselo con el ejemplo a tus hijos. El rosado es sólo un color”.

En su caso, como madre soltera, quien pasa la mayor parte del día junto a ella, intenta imitarla y disfruta de jugar con maquillaje y pintarse las uñas. “Mi mejor amigo me ha hecho el favor de ir a mi casa con las uñas pintadas, así mi hijo se da cuenta de que no sólo le estoy dando un discurso, sino que está bien que lo haga si quiere”.

Es importante mostrar a niñas y niños que pueden explorar distintas áreas de conocimiento y, de hecho, hoy es posible encontrar material que ilustra a mujeres destacadas en disciplinas no tradicionales.

“Las prácticas libres de género permiten que niños y niñas se desarrollen de forma libre, porque, en la medida en que tienen esa libertad, ellos pueden decidir por sí mismos”, dice.

Emilia agrega que esto se necesita para hombres y mujeres, porque probablemente el mundo se ha perdido de grandes bailarines y de muchísimas científicas, quienes tuvieron que reprimir sus impulsos o talentos: “Un niño tiene que tener muñecas, pelotas, tacitas, y la función como padres es ofrecerles todas las alternativas”.

Además, explica que este tipo de enseñanzas permiten a los niños autorregularse, ser tolerantes, entender dinámicas de autocuidado y también de cuidado a otros. “Se dice que los hombres son brutos o que no son empáticos, pero eso no es propio de ellos, sino de la construcción que hay entorno a eso”.

Según Aguilera, esta instrucción guiará a cada persona a definir su masculinidad, o feminidad, y determinará en la medida en que padres y madres entregan opciones a sus hijos, tanto de vestimenta, como de colores a usar, o de tipos de juguetes. “Darle juguetes de acción a un niño es fatal, porque le estás diciendo que su labor parte desde la violencia, desde atacar a otro y de ponerle la pata encima, así también identifican su emocionalidad en el juego”, dice.

La sicóloga reconoce que aplicar estas herramientas, para criar a niños y niñas libres, es fácil, pero que la parte compleja se traduce en luchar contra la presión de opiniones externas. Sin embargo, confía en que los padres son quienes deben respaldar las decisiones de sus pequeños ante todo.

“Mi hijo tiene un coche de guagua y un día lo llevaba en el ascensor con una grúa encima, pero una señora le dijo: ‘Parece que el Viejito Pascuero se equivocó de regalo, parece que era para una niñita’. Quedé en shock y, a los días, él me preguntó si no podía pintarse más las uñas o usar juguetes como ese. Si le gustan, yo tengo que validar lo que quiere él hacer”, sentencia.

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