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13 reasons why: ¿La banalidad del suicidio?

Las críticas a la serie no paran. Pero, ¿cuál es su trasfondo?

La historia del suicidio de Hannah Baker se contó el año pasado y no dejó a nadie indiferente: a pesar de que muchos alabaron que la serie por fin pusiera a hablar a la sociedad sobre un tema tan delicado como el suicidio adolescente, le puso más la controversia. Sobre todo cuando tres jóvenes estadounidenses, Bella Herndon, Priscilla Chiu y Lily Mae Sharp se suicidaron y sus padres culparon al programa.

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De ahí, el Concilio Televisivo de Padres catalogó a la serie como una serie “tóxica” y afirmaron que luego de la temporada 1, un estudio mostró que hubo un incremento del 26% de búsquedas en Google que preguntaban cómo suicidarse. Por otro lado, se acusa a la serie de brindar información a medias: un estudio de este año de la Universidad de NorthWestern mostró que la mayoría de padres encuestados quería que existieran más recursos para tratar los temas retratados. Por eso, ante la segunda temporada, Netflix se blindó y puso un video protagonizado por miembros del elenco para hablar sobre cómo reconocer signos de depresión, cómo hablar de los adolescentes de la serie, del abuso de sustancias psicoactivas y el acoso escolar. También hay una guía descargable de consejos y recursos de organizaciones de salud mental en su página web 13reasonswhy.info y un PIN de control parental para limitar cualquier contenido no apto.

Pero, a pesar de todos estos elementos y la crítica de algunos espectadores, la serie tiene un bad timing: con dos suicidios de alto perfil (Kate Spade y Anthony Bourdain), la serie anuncia que se renueva en su tercera temporada. Aún más controversial cuando un reporte del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos mostró que los suicidios se habían incrementado un 25% desde el año 2000 en casi todos los 50 estados. A nivel mundial, es la segunda causa de muerte de las personas entre 18 y 29 años. Pero, ¿la serie en sí misma tiene toda la culpa?

¿Suicidio por contagio?

Precisamente, es un chivo expiatorio. Porque al salir la serie se le criticaba que hacía una apología –más no que se hablara del problema como tal–.El docente de Televisión de la Universidad Javeriana, Mario Morales, explica a Metro que “el hecho de que la ciudadanía ya discuta un problema ignorado es un punto a favor. Es posible que el tratamiento no sea el más adecuado en la medida que la dramatización exige, pero llena ese vacío. Ese es el momento en el que las instituciones deben intervenir para demostrar cómo están trabajando en la perspectiva de la prevención. Culpamos a la serie porque las audiencias somos hipócritas. Creemos que somos los buenos y lo malo está afuera, buscamos un culpable (el show) que no protesta ni pelea. Hablar mal de la televisión es un deporte mundial. Pero es que la televisión no está para educar, no tiene esa misión. Si fuera así sería fácil solucionar problemas sociales viéndola. Todos los problemas están en nuestra educación y nuestra infancia, pero la televisión es el chivo expiatorio para no reconocer que el problema está ahí”.

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El problema está ahí, eso está claro. Lo dicen los números, los suicidios de personas anónimas y de alto perfil que nos impactan y nos hablan de la crudeza de una enfermedad que va más allá de una serie de adolescentes, que por lo menos ha sido una de las pocas en poner a hablar de la sociedad –así sea con sus falencias– del tema. Uno que crece como un monstruo de mil cabezas y es más común y más epidémico a medida que pasan los años.

Q&A

Andrés Gamba, máster en psicólogía clínica, Fundación Areandina

¿Por qué “13 reasons why” es tan criticada en términos de banalizar las enfermedades mentales?

–Lo que uno debe analizar en esa serie es que hay un mal uso en algunos términos clínicos como depresión, suicidio y parasuicidio. Parasuicidio son personas que no tienen la intención de quitarse la vida y dicen y hacen cosas peligrosas para dar un aviso. El suicida se quita la vida. Creo que hay un mal uso de estos términos porque son aspectos que no son los mismos y no se presentan siempre a la par. Es decir, no todo suicida es depresivo. Y lo mismo, en la depresión, uno de sus tantos síntomas es el suicido, pero no van de la mano necesariamente. Hay que tener mucho cuidado, porque en series como estas se mezclan, porque uno queda con la impresión de que todas las personas depresivas se van a quitar la vida. O que todos los suicidas tienen una base depresiva. Es uno de los primeros elementos para revisar: se usa lenguaje científico y clínico en contextos recreativos y genera mala información para las personas que lo ven.

¿Qué aspectos positivos y negativos le ve a la serie?

–Hay que pensar en cómo maneja la serie los temas. Dentro de los aspectos positivos, invita a hablar a la sociedad sobre el suicidio. También permite ver el suicidio no como una conducta aislada sino como una comprensión de tipo sistémico. Es decir, muchos adolescentes que deciden quitarse la vida creen que es una decisión que toman sobre su propio cuerpo, pero la serie muestra que esto es sistémico: el impacto que tiene esto en familia, amigos y que toda conducta influye en los sistemas en los que me relaciono. También muestra los factores del suicidio. A nivel negativo, en la serie no se aborda a profundidad la temática del suicidio y depresión. No se informa claramente de signos y síntomas que acompañan estos comportamientos para que padres y adolescentes puedan monitorear, pero debemos entender que estas series no tienen fin informativo sino recreativo y comercial. Ahora, otra cosa es que deja el tema del suicidio como opción: para entender la historia debes verte todos los capítulos. Las dificultades radican cuando el adolescente ve solo dos o tres y la moraleja que deja es que el suicidio es una forma de resolver problemas.

A nivel negativo, en la serie no se aborda a profundidad la temática del suicidio y depresión. No se informa claramente de signos y síntomas que acompañan estos comportamientos para que padres y adolescentes puedan monitorear, pero debemos entender que estas series no tienen fin informativo sino recreativo y comercial.

Pero con lo de Anthony Bourdain y Kate Spade nos queda claro que hay un problema latente a pesar de la información

–Se debe a muchas condiciones: una de ellas es porque los sistemas de atención –acciones en colegios, entidades de salud y sociedad– están orientadas a trabajar con la persona cuando ya tiene la depresión y la conducta suicida. Poco hacemos para prevenir. Qué espacios creamos para poder hablar, para poder aumentar la autoestima en nuestros hijos. Eso reduce la posibilidad de ayudar a alguien. Ahora, de toda esa información, no hay nada veraz.

 

Depresión: Señales de alarma

Andrés Gamba recomienda que la valoración y diagnóstico de la depresión se debe hacer por parte de un profesional, pero hay síntomas claros para encender alertas:

-La persona debe presentar sintomas periodo mínimo de dos semanas, todos los días casi todo el día.

-Tristeza constante. Aunque hay que entender que niños y adolescentes no presentan tristeza sino que presentan comportamientos de irribitalidad.

-Desmotivación constante, la persona no quiere hacer cosas que anteriormente hacía o le gustaban. Tiene alteraciones del sueño. Dice que vive cansado gran parte del día

– Las personas bajan o suben de peso sin que haya algún comportamiento o cambio de alimentación.

-Personas a su alrededor informan que ven a la personas triste y desesperanzada.

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