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“Gorda Inmunda”: El bullying a las niñas en el país de las bellas

El suicidio de Cristina Isabel Jiménez Vergara solo es un reflejo espantoso de la cultura colombiana actual.

Yo también fui Cristina Isabel Jiménez Vergara. Y a diferencia de las películas de Hollywood y los cuentos de hadas modernos que nos vende, no he adelgazado, ni me he convertido en una multimillonaria que ahora tiene a todos los ‘guapos a sus pies’. Sigo siendo gorda, pero he sobrevivido en medio de esa cultura opresiva que implica que en Colombia ser bella significa igual a ser ‘delgada’, por ende atractiva, por ende ‘ganadora’, por ende un miembro que encaja en una sociedad tan cerrada y estandarizada.

Sobrevivo, pero a mis treinta años tengo que seguir luchando contra los mismos idiotas que provocaron que ella se tirara de un séptimo piso. Contra los que se escudan en mi salud (como si eso les importara, de primeras) diciendo que ser gorda está mal, pero que esconden detrás todo un odio hacia lo distinto, hacia lo que les enseñaron que no era ideal para encajar. Contra una forma corporal que les enseñaron a odiar. Contra los que me dicen que me vería más bonita siendo delgada, contra los que me dicen que no me quiero por ser gorda, contra los miembros de mi familia que con su extraña y retorcida concepción del amor te dicen que no te vas a casar y hacen bromas a tu costa porque simplemente eres gorda. Para todos ellos, mi cuerpo, que es solo mío, sigue siendo su problema. Pero también entiendo que en Colombia el cuerpo de la mujer jamás ha sido suyo.

Yo entiendo a Cristina Isabel. Ella es una víctima más de un sistema que ha dejado muchos cuerpos mutilados, muchas mujeres muriéndose de hambre, muchas mujeres odiándose frente al espejo solo para gustarle a un otro que nos ve por atributos que parecen ser nuestra única promesa de valor.

Entiendo que en este país las gordas y las flacas tenemos que soportar con estoicismo y con desesperación (yo con enorme aburrimiento, además) que tengamos que cargar con el estigma de mujer ‘bella y deseable’, ‘suavecita e inofensiva’. Debemos tener curvas, porque DEBEMOS ser atractivas. DEBEMOS tener pelo largo y si es intervenido mejor. DEBEMOS vernos esbeltas para que no nos confundan con mujeres mayores y que nos confundan con mujeres mayores nos aterra, porque estas mujeres de curvas, disponibles siempre, DEBEN mantenerse jóvenes siempre también. Debemos vernos ‘femeninas’, en un único modelo, o eres una rara lesbiana que puede ser insultada en la calle. Debemos vestirnos ‘correctamente’, so pena de salir en páginas de Facebook de periodistas famosos para que te matoneen.* De lo contrario, ya no seremos carne ‘disponible’ ni ‘atractiva’ para los hombres, que son los que en últimas van a decidir sobre cómo debemos vernos, porque no importa que trabajemos, que podamos decidir sobre nuestras vidas. Ellos son los que deciden, así como han decidido desde la Colonia y fuertemente en los tiempos del narco, que parece ser el modelo con el que nosotras dejamos que seamos medidas. Tampoco es que haya mucha oportunidad**.

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En Colombia, seas como seas, estás jodida.

Yo entiendo a Cristina Isabel. Ella es una víctima más de un sistema que ha dejado muchos cuerpos mutilados, muchas mujeres muriéndose de hambre, muchas mujeres odiándose frente al espejo solo para gustarle a un otro que nos ve por atributos que son inherentes a su biología, pero que parecen ser nuestra única promesa de valor a pesar de que algunas ya trabajemos y ganemos nuestro propio dinero. Seguimos siendo esclavas para generar un deseo que dentro de sus parámetros, nos está matando. Yo entiendo a Isabel Cristina Vergara, que se mató por el bullying que le hicieron, porque a mí me lo hicieron por el mismo motivo. Yo también quise matarme. Pero al no hallar consuelo en mi propia casa, me refugié en el conocimiento. Y ese me ayudó a sobrevivir y a entender que hay un mundo afuera. Uno en el que si bien no encajamos, ni ella ni yo, podemos vivir para encontrar otros más. Vivir siendo felices. Siendo nosotras***.

*Juan Carlos Giraldo, de «La Red», suele tomar fotos a mujeres desconocidas en su página de Facebook basándose en su cuestionable criterio estético sobre lo que es estar «bien» o «mal» vestido y de esta manera somete a las mujeres a escarnio público y degradación.

** La narco-cultura determinó, al ser un mundo dominado por hombres, cómo debía verse esta mujer, que solo posee por único poder su belleza. En «Las Muñecas de la Mafia», los narcos son los que modifican a gusto el cuerpo y look de sus mujeres. En muchos lugares de Colombia, al existir poca movilidad social -y como vemos también en los reinados- la belleza es la única forma de escalar socialmente. 

*** A pesar de esta tiranía, hay espacios con los que las mujeres se han sentido identificadas. Cito a dos personas que lo han hecho posible: Adriana Convers, que muestra la sofisticación en el mundo plus size y La Pesada de Moda, que invita también a las mujeres a quererse y a arriesgarse sin importar la talla. 

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