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Chilenas enseñan a incorporar el feminismo en el trabajo y alzar la voz sin vergüenzas

Bárbara Conejeros fundó MicLearning, debido a sus malas experiencias en institutos y su propio diagnóstico del ambiente laboral chileno. Decidió tomar las cosas con sus manos y devenir en empresaria.

Estoy en una casa antigua en Barrio Italia. Bárbara Conejeros (31) me pregunta si me cuesta mucho relajarme y le respondo que sí. Hacemos unos ejercicios de respiración, muy breves, pero bien efectivos. Mi ansiedad baja poco a poco y comenzamos a tener una conversación en inglés.

Empezamos a hacer una clase, donde Bárbara me muestra un video sobre la búsqueda la felicidad o algo así. Antes de sumergirme en un vórtex de autoayuda, le pregunto por qué eligen este tipo de videos para clases, videos que luego de ver, comentan en inglés y Bárbara va corrigiendo.

«Los temas de los videos tienen que ver con los intereses de cada alumno, pero a todos les interesa ser feliz. Mucho de los videos que busco y usamos son de confianza en ti mismo, refuerzo positivo, manejo de gente en el lugar de trabajo, con feminismo, etc», me explica.

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¿Qué vuelve especial a estas clases? Como mujer ansiosa, tener a alguien que entienda que me puedo poner irracionalmente nerviosa mientras estoy en una prueba oral es oro. «Todos los profesores de MicLearning saben qué hacer si tienen un alumno ansioso o depresivo, cómo para no ignorar eso, qué hacer en caso de una crisis de pánico o si alguien se pone a llorar de la nada», me cuenta Bárbara.

La empresaria

Bárbara en realidad es chef. Estudió inglés en Boston y ahí decidió empezar a hacer clases. Tras años trabajando en institutos, se dio cuenta de que sus alumnos tenían una diferente llegada con ella:  «Yo llegaba en la parada de ‘Entiendo que te cueste, esto no es tan fácil, se puede hacer, obviamente te da plancha, mira, juguemos con la pelota primero’, yo hacía eso naturalmente en clases. Y eso empezó a generar que mis alumnos aprendieran más y más rápido y empezamos a generar mejores resultados».

Hasta que un día una alumna le ofreció pagarle directamente un sueldo para hacerle clases personalizadas: luego de eso, la idea del instituto MicLearning surgió, que hoy lo integran más profesores además de Bárbara. «Empecé a trabajar directamente con ella, comencé a juntar más alumnos y después al final ése fue el enfoque. «, cuenta.

«El gran problema con el inglés no es el idioma, no es difícil, no es japonés o ruso, el problema es que la gente viene con un trauma, con una mala experiencia, con una vergüenza. Cuando tú tomas ese trauma, esa tranca, y no la obvias, sino que la tratas y las personas aprenden», dice.

Debido a sus malas experiencias en institutos (donde, en sus palabras, no iba a cambiar ninguna vida) y su propio diagnóstico del ambiente laboral chileno, decidió tomar las cosas con sus manos y devenir en empresaria, como se llama a sí misma: «Es que me carga la palabra emprendedora, la odio, siento que Piñera la echó a perder. Creo que nos da muy mala fama».

El coaching feminista

 

Cuando me hablaron del llamado coaching feminista, entendí que intentaban meter en las clases de inglés temas contingentes como el feminismo. Pero no conforme con ello, Bárbara hizo un pequeño coaching sobre cómo llevar el feminismo al lugar de trabajo.

Éramos cuatro chicas. Todas íbamos contando nuestras experiencias en torno a lo laboral, y a más de alguna le sucedió algo amargo respecto a algún jefe. «Hay algo que tengo que decirles: ustedes no son el problema», dice Bárbara en un momento. Todas le prestamos atención.

«Siempre la cuestión de género, la heteronorma, la igualdad, los roles siempre salen. Yo los tomo por los nombres que son y lo vas explicando también, y hasta ahora no he tenido problemas con ninguna persona. Todo el mundo es como ‘qué interesante’, ‘no lo había tomado por ese lado’, ‘¿puedes venir a explicarle esto a la gente de mi trabajo para que dejen de pelear?'», dice Bárbara.

Las cuatro chicas que éramos nos contamos entre nosotras nuestras experiencias en el mundo laboral, muchas arraigadas en el machismo y en el ver al hombre con una posición de poder que asumimos como de facto. Hablamos de cómo lidiar con el mansplaining y el manterrupting, nos explica conceptos básicos del patriarcado, tales como el rape anxiety: la sensación de que estamos en riesgo constante de ser violadas.

En mi experiencia, este tipo de educación es útil para empatizar, reconocerte con tus pares y estar consciente de que el machismo en cualquier ambiente no es nuestra culpa. Educarse entre mujeres siempre tendrá ventajas, en especial en un mundo que está cambiando su forma de ver las cosas.

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