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La escuela chilena que enseña la equidad de género rompiendo con los “corre como niña” o “los hombres no lloran”

Hablar de estereotipos de género, de violencia contra la mujer, o utilizar un lenguaje que incluya a hombres y mujeres puede ayudar a construir un futuro más cercano a la equidad. Acá tenemos un ejemplo utilizado en escuelas chilenas.

Cada 8 de marzo, fecha estipulada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en reconocimiento de la lucha por sus derechos.

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Esta jornada además marca el calendario escolar del colegio Andino Antuquelén, de San José de Maipo, Región Metropolitana en Santiago de Chile, pues hace unos 20 años que ellos implementan prácticas transversales a todos los ámbitos educativos, a través de los cuales buscan crear consciencia de la equidad de género en estudiantes y apoderados.

Año a año, se realizan talleres acerca de temáticas que afecta a las mujeres en la actualidad, en los que participan niñas y niños, tanto de enseñanza básica, como de media y las conclusiones de éstos se presentan a los padres.

Las temáticas que se tratan son diversas y contingentes. En 2016 se trató el acoso callejero y además el patriarcado fue el eje central durante los dos semestres y a fin de año se presentó un acto con números artísticos alusivos. Mientras que en 2017, el tema central fue el “micromachismo”.

Este tipo de metodología es poco común en los colegios chilenos y a pesar de que está sujeto al proyecto educativo de cada institución, si se replicara en otros establecimientos, la historia que se escribe a futuro, podría ser diferente.

La experiencia desde lo cotidiano

El colegio Andino Antuquelén, es particular subvencionado y cuenta con cerca de 300 estudiantes y un equipo de 35 docentes. Lorella Lopresti, la directora, recuerda episodios en que se ha manifestado de manera concreta el resultado de la enseñanza que imparte el establecimiento y se alegra, pues sabe que hay niños y niñas que no se callan cuando alguien no incluye a las mujeres en un discurso, por ejemplo.

“A través de nuestra mirada buscamos visibilizar a las mujeres desde el lenguaje, evitar que exista la dominación, o la violencia de género, apuntamos a lo cotidiano, al tipo de relaciones que se establecen en la sociabilización entre hombres y mujeres, todo eso es trabajo de aula”, dice Lopresti.

Este año, un grupo de alumnas de tercero medio se acercó a la directiva para denunciar a sus compañeros pues establecieron un ranking sobre las mujeres de su curso.

La situación no pasó inadvertida y las mismas alumnas organizaron un taller para explicarle a sus compañeros por qué era incorrecto lo que habían hecho, colgaron frases que a menudo les escuchaban decir y se generó una reflexión en torno al tema que terminó de manera positiva.

“Yo no diría que es una metodología, pero creo que es necesario mirar las cosas desde un lugar en específico y nosotros como escuela hemos decidido tener un enfoque de género desde lo cotidiano”, dice.

Aparte de los talleres que se realizan en marzo, el colegio presta atención a cada problemática dependiendo de cada nivel escolar. Tal es el caso de los cursos sexto, séptimo y octavo básico en los que se refuerzan conceptos como la autoestima y la búsqueda de identidad, para combatir los mandatos de género.

“Los planes del Ministerio de Educación sugieren como objetivo la equidad de género y visibilizar a las mujeres en las asignaturas, pero siempre como algo aparte, nosotros creemos que todo esto hay que incorporarlo desde lo cotidiano y de manera integral”, dice.

Fin al “corre como niña”

Josefa Hérnandez (25) y Dominique Beyer (25), egresadas de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, observaron en terreno la realidad del colegio Andino Antuquelén  para su investigación del ramo Taller de Titulación.

Mientras observaban una clase de matemática de tercero básico, hubo un momento de desconcentración porque los y las compañeras de cuarto básico pasaron corriendo por afuera de la sala (estaban en educación física).

Con el caos, los y las estudiantes al interior de la sala, se desordenaron, y uno de ellos gritó de forma extremadamente aguda  y otro compañero se reía y decía: “¡El X grita como niña!”. Frente a esto, el niño que inicialmente había gritado, le respondió indignado “¿Y qué importa cómo grito?”.

Después intervino la profesora, y aclaró que cada uno o una, podía gritar como quisiera y que no existía una forma específica de “gritar como niña”, y que no tenía nada de divertido. Los y las estudiantes comentaron que estaban de acuerdo, incluyendo al niño que inicialmente se había reído y terminó pidiéndole perdón al otro.

“Hay estudios que demuestran que lo que se enseña, tiene un sesgo de género: números y racionalidad para hombres, letras y emociones para mujeres. Esta división responde a estereotipos sociales que se convierten en discriminaciones parte del día a día. Ideas como, “corre como niña”, o “los hombres no lloran”, están relacionadas con esto y una forma de contra arrestarlo, es la enseñanza”, dice Hernández.

Según las investigadoras, la forma de educación que se implanta en Chile, es muy patriarcal: alguien se para en frente a vomitar información que nadie cuestiona y los estudiantes simplemente la aprenden, porque de eso depende su vida escolar. “De la idea de transmitir, sin cuestionar, sin considerar las particularidades de los y las estudiantes a las que enfrentas, nunca va a resultar en un cambio hacia la equidad”, dice Beyer.

“Nos encantaría que los resultados se replicaran como lo que vimos y vivimos durante nuestra investigación con el colegio. Nos quedamos con la sensación de que la sociedad efectivamente sería mejor, si todos los colegios funcionaran así,” dice.

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