La “zorra” que se puso sin querer en tu lugar en la fila, la “perra” a la que violaron por andar vestida tan provocativa, la “puta” que tiene demasiados amigos hombres. Sí, lo que haces no está bien y tiene un nombre: slut shaming.
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Según el International Feminist Journal of Politics, el slut shaming es “una forma de estigma social aplicado a personas, especialmente mujeres, que se considera que violan las expectativas tradicionales sobre comportamientos sexuales”.
Un ejemplo de ello es criticar la vestimenta, la promiscuidad sexual o en casos más extremos, culpabilizar a la víctima de una violación.
Ejemplos prácticos de ello son el revenge porn o la exposición de la vida sexual de una ex pareja en redes sociales, entre otras cosas, que vemos en celebridades e incluso en nuestros amigos.
Los resultados de este tipo de conductas puede afectar negativamente a la mujer aludida, terminando incluso en el suicidio, como se relata en el documental de Netflix Audrie & Daisy.
¿Cómo combatir el slut shaming? Primero, no creyendo que la vida del otro es algo que podemos ofender y de lo que opinar tan livianamente, y segundo, respetando las elecciones de las personas.