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“Sobreviví a la violencia de género y me reconstruí. El brillo ha vuelto a mis ojos”

Malu Camacho, compartió la historia cuando fue maltratada por su pareja para que las mujeres “abran los ojos y se hagan respetar a tiempo”. Su publicación en la red social Facebook conmovió a miles de hombres y mujeres.

¡Quién diría!, Malu Camacho, comunicadora ecuatoriana, es una persona llena de alegría y a cualquiera contagia con su encanto. Nadie, exceptuando su círculo íntimo, sospecharía de la historia que ella guardó por muchos años, cuando fue víctima de la agresión física por parte de quien, alguna vez, ella lo vio como el hombre de su vida. 

Tiene dos hermosos hijos, Julia de 4 años y Benjamín de 2, los seres que le han impulsado a seguir y ni siquiera sospechan del gran dolor que alguna vez sintió su madre. Julia recibió terapia psicológica porque tenía leves recuerdos pero el pequeño Benjamín tenía apenas 11 meses cuando todo ese duro capítulo sucedía.

Malu, al igual que miles de mujeres, calló la trágica convivencia con un hombre que le maltrató al punto de verla desangrar tras varios golpes y al mismo tiempo mencionando que «la amaba».

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La justicia no hizo nada, desestimó el debido proceso judicial que ella esperaba para que el hombre en cuestión, de alguna manera, pague ese dolor. Según Camacho «la plata pudo más, incluso hasta para el juicio de alimentos de mis guaguas se arregló todo a su manera».

Pero se cansó y decidió empezar una nueva vida, sólo recordando su pasado para no volver jamás. Tras dos años abrió su alma para que las mujeres reaccionen y vean en ella un espejo de lo que nadie quiere, ni espera.

Publicó sin vergüenza alguna, una foto tras una de las agresiones que sufrió y de la nueva mujer que es hoy. El post se ha compartido más de mil veces y ella cuenta que lo hizo como muestra de su cambio, porque antes ni siquiera podía salir «ya que hay mujeres que prefieren callar pero yo puse un límite».

Dice así:

‪# NiunFemicidioMASenelECUADOR‬

Y sí… así lucía yo hace 18 meses. Más allá de los golpes físicos y las marcas evidentes yo era una mujer triste, sin luz, llena de miedo y sin capacidad de actuar. ¿Por qué? Porque permití que un hombre me quite la estima, me anule, me encierre, me esconda… y cuando decidí recuperar mi vida la única opción que tuvo él, en su enferma mente fue reventarme a golpes en un intento desesperado de mostrar su fuerza y dominio sobre mí. Este fue el final de una relación enfermiza, no solo él estaba enfermo con su obsesión y sus celos sobre mí. También yo lo estaba, y a lo mejor en mayor grado que él. Enferma por pensar que estaba bien permitir esos abusos, que estaba bien tener miedo y mantenerme dentro de esa «zona segura» , por pensar que algún día él entendería que no hay motivo para desconfiar y pararía sus ataques. Enferma estaba porque pensaba que eso era amor, y que así sería mi vida siempre.

Luego de entender que la paranoia que le hacía actuar en mi contra no pararía, y que el siguiente paso podría ser mi muerte, cargada de de miedo y dolor, decidí despertar. Puse una denuncia en la fiscalía, se inició un proceso, que para burla de otros, no llegó a nada. Me cansé de abogados sin conciencia, de jueces machistas y decerebrados y ni siquiera intenté apelar.

En lo que sí tomé acciones fue en mi enfermedad, pues para que haya victimario debe haber víctima, y debía dejar de ser una de ellas. Empecé una terapia, que tomó meses, el resultado fue bueno, me dio herramientas para enfrentar y aceptar mi realidad. Sin embargo no me sentía curada. Había días que la tristeza podía más y no era capaz ni de levantarme. Los sueños me torturaban y todo eso se reflejaba en mi vida diaria, inclusive en mi trabajo.

Gracias a Dios, al universo, a los ángeles, o como quieran llamar a esa fuerza superior que nos cuida y nos guía, alrededor mío está mi familia que no me desampara un segundo de mi vida. La familia de sangre, esa que viene atada a uno desde el nacimiento. Pero también la familia que uno hace aquí en la tierra: Amigos casi hermanos que desde mi regreso volvieron a ser mi pilar. Y también gente, otra gente, que en minutos se convirtieron en anclas, que llegaron para no irse más. La suma de todas estas energías, el amor infinito de mis hijos y la fuerza que volvió a mí, ahora puedo decir ESTOY CURADA, y quiero a través de mi testimonio de vida ayudar a otras mujeres que viven en silencio situaciones como la que yo viví.

Hoy lejos de la ira, mi propósito es acabar con aquella sociedad que piensa que la mujer es propiedad del hombre, que la mujer le sirve al hombre. Que el hombre es libre y la mujer su objeto personal. Quiero acabar con la sociedad machista que aplaude al hombre que tiene sexo con decenas de mujeres y castiga a la mujer que ha tenido más de una pareja sexual. Quiero acabar con la sociedad que juzga a una mujer independiente, exitosa y libre, que la califica de PUTA por no dejarse someter.

Quiero que las mujeres entiendan que somos valiosas, que nadie puede violentarnos ni sentirse nuestro dueño, que si te pegan, te gritan, te aíslan, te insultan, te denigran, te traicionan NO ES AMOR, ES ENFERMEDAD. Y quiero que los hombres entiendan que no es más macho el que se tira a más mujeres, y grita más duro. Macho es el que acepta el reto de vivir en pareja, y respeta a su mujer y cuida de sus hijos.

Somos complemento, no competencia. Debemos criar a nuestros hijos con una visión diferente, con la visión de que somos iguales, de que el equilibrio es la medida.
Quienes han visto mi proceso de lejos o de cerca, el cambio es más que notorio, son testigos de como el brillo ha vuelto a mis ojos, de como volví a ser luz, de como mi voz volvió a mi garganta, de como lleno un cuarto con alegría y estoy lejos, bien lejos de la desgracia en la que viví por años.

A lo mejor y los seres por sí solos no son malos, a lo mejor la maldad nace de una relación insana… A lo mejor los victimarios con otra pareja pueden cambiar y arreglar sus vidas, o quizá no… Pero eso le dejo a cada uno.
Yo sobreviví a la violencia de género. Sobreviví y me reconstruí. Si yo pude, todas pueden. Dejen de callar. Dejen de tenerse pena y actúen. Busquen apoyo. Despierten antes de que el daño sea mayor.

Ayúdenme a que este mensaje se riegue en redes sociales, compártanlo, coméntenlo, los likes también sirven para que más gente lo lea y llegue a más conciencias. A lo mejor y juntos logramos que más mujeres víctimas despierten y acaben con el circulo de violencia y empiecen a vivir. Quien quita que lleguemos a muchos hombres violentos también, y puedan reconsiderar sus acciones. Háganlo siempre con el #NiunFemicidioMASenelECUADOR y mejor si empezamos este 8 de marzo en homenaje a las mujeres. 

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