Los tatuajes no son algo propio de las sociedades modernas. Existen registros que prueban que el arte corporal no es algo nuevo, y que de hecho, hombres y mujeres ya decoraban su cuerpo en el período del Neolítico, hace más de 5 mil años.
Desde ahí, la costumbre de marcar el cuerpo con distintos dibujos, símbolos o palabras siguió evolucionando junto con las civilizaciones, y hasta el día de hoy, muchas personas tatúan su piel por distintas razones.
Sin embargo, los tatuajes no sólo son dibujos arbitrarios; muchos tienen significados muy profundos y evocan recuerdos, hechos o personas que se quieren tener presentes y que son plasmados en la piel para toda la vida.
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Los tatuajes también pueden ser terapéuticos. Tal como se detalla en un artículo de Women’s Health, hay personas que recurren a ellos para ocultar cicatrices, marcas o quemaduras.
En estos casos, los tatuajes tienen la tarea de cubrir algo que se quiere olvidar, como por ejemplo, las cicatrices que quedaron luego de un terrible accidente o de una grave enfermedad.
Como se muestra en el artículo citado párrafos atrás, muchas mujeres que se han sometido a masectomías debido al cáncer de mama deciden tapar estas cicatrices con tatuajes que representan belleza y femeneidad.
En otros casos, los tatuajes pueden sanar heridas emocionales que se han transmitido físicamente, como la auto-agresión y las marcas producto de cortes auto-inflingidos por fuertes estados depresivos.
Los tatuajes pueden tener muchos significados y nadie debería juzgar a otras personas por los diseños que han decidido retratar en su cuerpo, menos aún si esos diseños ayudan a dejar atrás malos recuerdos y etapas dolorosas de la vida.