“Escribir es como mostrar una huella digital del alma”. Esta frase del escritor peruano-mexicano Mario Bellatin describe a la perfección lo que la escritura significa para algunas personas.
No importa si no escribimos de nosotros mismos, siempre que lo hagamos, vamos a dejar un sello personal que trascenderá en el tiempo. El escribir bien es un talento, algo con lo que se nace, pero que también se aprende en la escuela de la vida.
Al escribir liberamos la mente, le quitamos peso a esos pensamientos que tenemos guardados y que, de alguna u otra forma, queremos que se plasmen en algún lugar.
Algunos de los mejores escritores de la historia eran personas retraídas o tímidas, les costaba expresar su mundo interior con palabras, pero lo hacían magistralmente en el papel.
Estoy convencida de que al escribir, creamos una conexión muy intensa entre el cuerpo y el alma. Físicamente, nuestro cerebro le está dando la orden a nuestras manos para que se muevan, pero si lo vemos de una forma más profunda, es como si la mente dejara que el alma hablara a través de las letras.
Hay personas que no disfrutan escribir, y es válido. El gusto influye mucho en cómo, cuándo y porqué escribimos, sin embargo, soy una fiel creyente en la teoría de que la escritura puede ser la cura para muchos problemas.
Al escribir, podemos callar la mente por un momento, y concentrarnos en un sólo objetivo: expresar lo que queramos, en ese mismo momento.