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Lo que los niños recuerdan de su infancia

Los niños no recuerdan los viajes a Disney ni los regalos, sino los detalles amorosos, cotidianos (o la ausencia de los padres).

Una profesora mexicana, Karla Olguín, publicó en su blog el resultado de un experimento en clase, entre adolescentes de entre 12 y 17 años. Les pidió que redactaran un ensayo con las anécdotas o los momentos favoritos que habían vivido en compañía de sus madres. Así descubrió que sus alumnos recordaban mucho más el tiempo y la calidad de la convivencia que los regalos materiales o los viajes de vacaciones.

La idea era que los chicos recordaran momentos importantes de sus vidas, episodios divertidos o especiales de su infancia: no sentimientos abstractos sino situaciones concretas. No se valía escribir “mi mamá es la mejor del mundo” sino que había que escribir el porqué.

Así, Karla leyó más de 100 ensayos de adolescentes mexicanos, que viven en contextos socieconómicos similares: clase media, padres trabajadores, acceso a tecnología, educación privada, alternativas de entretenimiento. Éstos son los resultados con los que se encontró, lo que los adolescentes recuerdan de su infancia:

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Vida cotidiana

Los recuerdos más atesorados por los chicos tenían que ver con la vida diaria:

90% de mis estudiantes ha ido a Disneylandia por lo menos una vez en sus vidas. Todos reciben en navidad por lo menos un regalo. A la mayoría se les ha festejado con una fiesta su cumpleaños y ninguno de estos sucesos fue mencionado por ni un solo estudiante.

Los alumnos, en cambio, hablaron de tiempo compartido: trato diario, detalles, convivencia, incluso sacrificio. Uno de los chicos (ahora atleta de alto rendimiento), por ejemplo, narró cómo su mamá lo llevaba todos los días a entrenar, mientras que una alumna subrayó lo importante que era para ella que su mamá viera con ella su programa de televisión favorito.

Ausencia o presencia de la madre

Karla detectó en su experimento la importancia de acompañar a los chicos en su proceso de crecimiento. A veces, por obtener un mejor salario, los padres trabajan de sol a sol, y dejan a sus hijos encargados con otras personas, o en escuelas de tiempo completo (internados parciales, guarderías para adolescentes más que centros educativos).

Uno de los alumnos explicó a Karla que no recordaba ninguna anécdota de su mamá:

Cuando asigné el trabajo, se acercó a mí y me dijo: ‘Teacher, yo no tengo anécdotas con mi mama.’ Es un niño muy aplicado, así que sabía que no era flojera, y le pedí que tratara de recordar algo. Me volvió a decir lo mismo: ‘No tengo ninguna anécdota ni recuerdo de cuando era niño, ni de ahorita, casi no la veo. Se va a las 6 am y regresa a las 7 u 8 pm. No sé ni qué le gusta’. Conozco a su mama y es una mujer que ama mucho a su hijo, pero en el afán de darle una vida más cómoda, se está perdiendo el placer de ver crecer a su hijo.

Carácter y estado de ánimo

La profesora destaca comentarios de sus alumnos como “mi mamá siempre está de mal humor” o “con mi papá nunca se puede hablar”, con sus contrapartes: chicos que habla de la accesibilidad y buen carácter de sus padres. Es decir que los alumnos recordaban claramente estados de ánimo, lo que sus padres hacían diariamente y sobre todo cómo lo hacían.

Muestras de afecto

Besos, abrazos, arropar a los niños en la cama. Los chicos dijeron recordar estas muestras de afecto. Todos las recordamos con cariño. El afecto siempre es bienvenido, y durante la infancia es imprescindible.

Por otra parte, con la adolescencia, es normal instalarse en una etapa repelente de besos maternos. Pero los besos dados se quedan en la memoria, así que no están de sobra.

¿Qué hay de los padres?

El experimento de Karla se centró en la convivencia de los chicos con sus mamás. Por petición de la profesora, el título del ensayo enunciaba a la madre, pero no al padre.

Valdría la pena averiguar qué recuerdan los adolescentes de sus papás. Sería muy alentador encontrarse con que los tiempos han cambiado, con que los alumnos de hoy tienen más recuerdos de sus papás de los que tuvieron las generaciones anteriores, que la participación de los padres en la formación de los hijos es más activa y que abarca más que la mera tarea de proveer.

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