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“Te recuerdo Marta”: En memoria de Marta Lidia Ugarte Román

Provistos de claveles, venimos a rendir homenaje a las compañeras y compañeros caídos, precisamente en Playa La Ballena, donde emergió la Verdad y desde donde quiero invitarlos a un viaje a la Memoria.

“Vino del Mar”

Vino del mar
envuelta en agua azul,
la trajo el viento del más allá,
dormida en las
olas de espuma y sal
sobre su propia herida mortal.

Patricio Manns

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(12 de septiembre de 1976, Playa La Ballena)

El próximo año se cumplirán cuatro décadas desde el fatídico golpe militar que tiñó de sangre nuestra historia, y aquí estamos los que no olvidamos.  Provistos de claveles, venimos a rendir homenaje a las compañeras y compañeros caídos, precisamente en esta costa donde emergió la Verdad y desde donde quiero invitarlos a un viaje a la Memoria.

El cuerpo de Marta Lidia Ugarte Román no fue encontrado en esta bahía, pero si los rieles que al igual que ella, surgieron desde las profundidades del mar para convertirse en testimonio de los crímenes que sus perpetradores creyeron ocultar en sus aguas.

Marta era miembro del Comité Central del Partido Comunista y fue detenida por agentes de la DINA el 9 de septiembre de 1976.  Sus aprehensores la condujeron a lo que se denominaba “La Torre” en el centro de prisioneros Villa Grimaldi, el principal cuartel operativo de la DINA, y más tarde sabríamos también de su paso por el clandestino cuartel Simón Bolívar, siendo en ambos lugares brutalmente torturada.

Sólo unos días más tarde, el 12 de septiembre de ese mismo año, su cuerpo apareció en Playa La Ballena, entre las localidades costeras de Los Vilos y Los Molles.  Su columna se encontraba fracturada, presentaba traumatismos abdominales varios, ruptura y estallido de hígado y bazo, luxación de hombros y caderas, además de una fractura en su antebrazo derecho.  Lo que habla de la brutalidad con la que actuaron sus captores.

El autor material de su muerte, fue el agente de la DINA Cristián Álvarez Morales, quien en terrenos del ejército en Peldehue participaba de uno de los tantos operativos con los que, mediante sobrevuelos de helicópteros Puma, se arrojaron los cuerpos de nuestros compañeros al mar.  Todo transcurría en forma “rutinaria”, cuando Álvarez se percató que uno de los sacos se movía, pese a la inyección letal administrada por la enfermera militar Gladys Calderón.  Abrió entonces el costal, cortó parte de los alambres con los que Marta iba atada y con total sangre fría, la estranguló.

Las órdenes en este operativo fueron entregadas por el capitán de Ejército Germán Barriga Muñoz, jefe de la Brigada Lautaro en el cuartel Simón Bolívar.  Conocido como “Don Jaime”, tras una acción de la Comisión FUNA para evidenciar los múltiples crímenes en los que participó, se suicida el 16 de enero de 2005 arrojándose desde un edificio en Providencia.

La aparición del cuerpo de Marta fue presentada como un crimen pasional, con la ayuda cómplice de los periodistas Pablo Honorato (en ese entonces en LUN) y Beatriz Undurraga, esta última también funada en dependencias del diario EL Mercurio, tras comprobarse que había girado boletas de honorarios a empresas que luego, en procesos judiciales seguidos por crímenes de la dictadura, se supo eran utilizadas para las operaciones de la DINA.  Bajo el titular “Asesinada hermosa joven”, la nota hablaba de una mujer de 23 años (Marta tenía 42) supuestamente muerta por razones amorosas, pese a que Undurraga estuvo en presencia del cuerpo, y que éste aún conservaba el alambre alrededor de su cuello.  Pero como no hay Verdad que pueda ser ocultada por siempre, ni responsabilidades que no sean perseguidas, años más tarde el Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas siguió la condenó por estos hechos, así como por su participación en el encubrimiento de la Operación Colombo, junto a varios otros periodistas que sirvieron al régimen miliar.

Años más tarde, el 20 de julio de 2004, el entonces juez Juan Guzmán proceso por “obstrucción a la justicia” a cinco miembros del Comando de Aviación del Ejército (los suboficiales Juan de Dios González Dubó, René Meier Chávez, Sergio Castro Cano, Marco Cáceres Rivera y Rigoberto Saavedra Navarro) precisamente en la causa por el homicidio de Marta Ugarte, dado el conocimiento que tenían de estos hechos y de la práctica de desaparición en el mar aplicada por la dictadura.

Fue en tiempos de la misma investigación, que pescadores de esta hermosa bahía encontraron los rieles de ferrocarril a los que eran amarrados los sacos, para que éstos actuaran como anclas y llevaran los cuerpos al fondo del mar.  Los mismos que una vez cerrada la causa, fueron entregados al ahora Sitio de Memoria Villa Grimaldi, donde están expuestos.  El mismo lugar donde Marta estuvo prisionera.

No puedo dejar de mencionar, al concluir este relato, una información de la que tomé conocimiento hace muy poco tiempo, cuando asistí al lanzamiento en el Puerto de San Antonio del libro “La Danza de los Cuervos”, del periodista especializado en temas de Derechos Humanos, Javier Rebolledo.  Donde uno de los asistentes dio cuenta de lo comentado por un guardia de seguridad que era conscripto en tiempos del golpe, que aseguró que todos los años se organiza una reunión a la que son invitados con gastos pagados, siempre en distintos puntos del país, para “fortalecer las confianzas”.  O dicho con todas sus letras, para evitar que delaten a los autores materiales de los crímenes de la dictadura y se haga Justicia.

Porque, ¿qué es la Verdad, sin la Justicia? ¿Pero de qué nos sirve la Verdad, incluso la Justicia, sin la Memoria?  

Agradezco la invitación al Colectivo de Familiares y Compañeros de los 119 y la oportunidad de entregar este relato, pero en especial agradezco la Memoria que en ellos no claudica.

Hoy soy en Marta Ugarte. Hoy somos en los 119. Hoy somos todos los compañeros y compañeras que encontraron en el mar, el inicio de una existencia que no perece.

NI PERDÓN, PERO SOBRE TODO, SIN OLVIDO

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