Una cafebrería es el hermoso hijo legítimo de una cafetería y una librería, como seguro pudieron anticipar por el nombre. Y mi favorita es El Péndulo, en el Distrito Federal.
Como les he dicho antes, para mí el cine (no necesariamente el lugar, sino las películas) y los libros son dos grandes pasiones que me gusta disfrutar más que una barra de chocolate suizo o un atardecer frente al mar. Y normalmente las disfruto sola, porque reconozco que mis gustos son muy peculiares y, básicamente, porque detesto que alguien me venga a decir que “algo es bueno” o que “tal autor es un genio, a diferencia de fulano”, porque creo honestamente que la belleza de las obras de arte sí está en el ojo (alma) de quien las observa (experimenta).
Entrar a El Péndulo es una experiencia bastante peculiar. Primero está el olor a café, mezclado con pan de elote calientito, que proviene de las mesas de los comensales y hacia donde tu olfato te quiere guiar inmediatamente mientras que tus ojos no pueden apartarse de los estantes llenos de libros, almanaques, cómics, películas y CDs.
Después están todas las curiosidades kitsch que aunque no tengas la intención de comprar, tienes al menos que tocar e inspeccionar como si se tratara de una obra de arte única.
Pero lo mejor, definitivamente, es pasarse un rato recorriendo los pasillos y encontrar -ese- libro que estabas buscando, o cualquier otro que no haya estado en tus planes pero que te “hizo ojitos”, comprarlo y sentarte a leer. Todo en un ambiente relajado, sin prisas, lejos del ruido de los camiones y de los dimes y diretes en la calle.
Ir a un café a leer un libro (y no a usar la laptop para hacer alguna tarea) es una de las costumbres que se ha ido perdiendo con el paso de los años entre mis amigas y contemporáneos (aunque también debería incluirme, cada vez lo hago menos) y todo por la “falta de tiempo”, pero todos los que volvemos recordamos la importancia de dedicarnos aunque sea ese ratito de tranquilidad y enriquecimiento para ser felices.
Y que no nos pase como dice Mafalda: “Como siempre: Lo urgente no deja tiempo para lo Importante”.