Las crecientes políticas de cero tolerancia a inmigrantes ilegales hacen que las historias de familias separadas sean cada vez más comunes. Personas que cruzaron la frontera hace más de un par de décadas y que, a base de trabajar arduamente por el salario mínimo, han hecho una vida digna en los Estados Unidos, buscando un futuro mejor para ellos mismos como para sus familias.
PUBLICIDAD
Estos mismos migrantes hoy tienen que enfrentarse a las duras leyes que no les otorgan la capacidad de solicitar una residencia, al mismo tiempo que sus hijos nacen siendo ciudadanos estadounidenses, con todos los derechos y obligaciones que eso implica.
Aunque las deportaciones no son cosa nueva, ahora son más frecuentes y las madres -quienes son separadas de sus hijos que muchas veces ni conocen el país de origen de sus padres- están optando por quedarse a vivir en las ciudades fronterizas, con la esperanza de poder burlar a las autoridades estadounidenses nuevamente y reunirse con su familia al otro lado del río.
Todo esto a sabiendas de que podrían pasar algunos años en la cárcel por intentar entrar a los Estados Unidos de manera ilegal más de una vez. El cariño y las ganas de recuperar lo que con mucho trabajo han logrado construir sobrepasa el miedo de ser encarceladas.
Según comenta Mary Galván Romero, una trabajadora social del Instituto Madre Assunta para Mujeres Migrantes, “Antes, lo usual era que se quedaran unos días aquí antes de que ir su lugar de origen a reunirse con sus familias. Actualmente prefieren buscar un trabajo y establecerse aquí” a pesar de que las ciudades fronterizas son también las más hostiles para las mujeres, como es el caso de Ciudad Juárez y sus infames feminicidios.
Esta institución ayuda a las mujeres deportadas a encontrar algún empleo, generalmente temporal, ya que para poder recuperar a sus hijos – si es que quedaron en manos de las autoridades – tienen que demostrar que tienen un empleo y una manera digna de vivir.
Ahora la caza de inmigrantes es tan meticulosa que ya no basta hacer redadas, sino que las autoridades se toman la molestia de buscar las casas y lugares de trabajo de quienes parezcan sospechosos a partir de los expedientes que se les levantan por cualquier falta que pudieran cometer.
PUBLICIDAD
Increíble lo que algunas madres están dispuestas a hacer por sus hijos, y que no importa cuántos obstáculos se pongan en el camino – no pierden la esperanza. No cabe duda que el corazón de las mujeres es el más grande y resistente de todos.
Fuente: El Universal