Siempre me ha cargado levantarme temprano. Sobre todo porque no soy de las que duerme mucho, por lo que por lo general siempre despierto cansada. A veces trato de caer rendida a las once de la noche, pero me es imposible.
Mi despertador suena al menos cinco veces antes de salir de la cama para entrar a la ducha. Jamás he sido de las que pega un salto y despierta como si nada. De hecho me admiro a esas personas que levantan temprano, felices y con energía.
Hay quienes me recomiendan que antes de ir a al oficina haga ejercicio. Pero jamás me levantaría aún más temprano para hacerlo. De hecho también detesto hacer ejercicio en las mañanas. Como que tengo cero ánimos y me siento como con “el cuerpo cortado”.
Sería feliz si pudiera entrar a trabajar todos los días a las diez y media de la mañana o si no estar en la comodidad de mi hogar, pero eso es un poco utópico. Al menos la mayoría de las personas ya estamos inmersos en un sistema que funciona así. Donde hay un orden establecido y donde desgraciadamente hay que madrugar.
Es tanto lo que me carga despertarme temprano, que en mi casa ya saben que a esas horas es mejor ni hablarme, porque no me gusta ni conversar. Más encima, cuando hay que salir para llegar a la oficina, yo que ando en auto, me tengo que aguantar una congestión enorme, lo que hace aún más terrible mi mañana.
Cuando estaba en la universidad, tenía que madrugar mucho más de lo que lo haga actualmente y más encima tenía que recorrer casi toda la capital para llegar a escuchar a un profesor al que además tenía que ponerle mucha atención y más encima aprender, terrible!
Y tú ¿sufres al despertar temprano cada mañana?