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¿Somos porfiados los chilenos?

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“No virar en U” dice el cartel, y entonces, el automovilista vira en u. “No estacionar ni detenerse” y entonces, el taxista, se detiene a dejar pasajeros. “No estacionar en platabanda” y entonces, el automovilista se estaciona en platabanda. “Deje bajar antes de subir” dice la señorita del metro. Y no todos le hacen caso.

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Siempre se dice, que los chilenos somos porfiados. Tercos y persistentes; siempre intentamos salir ganando o que nuestra voluntad se cumpla.  Si bien yo soy una persona muy cuadrada y reconozco que soy porfiada, no creo que sea una característica nacional, o al menos, no algo de lo que deberíamos enorgullecernos. Más, bien, creo que es algo regional de Sudamérica, lo que nos ha hecho ganarnos el no honroso apelativo de sudacas.

Así que decidí consultar con Leire Cosgaya Fernández, Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, para que nos explicara todo esto.

¿Cómo definimos a un porfiado?

Porfiado, dícese de aquella persona terca y obstinada en su dictamen y entender. A veces nos relacionamos con personas que muestran ciertos rasgos y caracteres más porfiados. Son aquellos individuos que independiente de lo que uno les diga, aconseje o asesore, terminarán haciendo lo que ellos tenían pensando desde un primer momento. Poniendo un ejemplo, a veces nos encontramos con personas que tras haberse sometido a un examen médico donde se les recomienda realizarse una intervención quirúrgica, ellos ponen en tela de juicio la opinión del experto y mantienen su decisión de no pasar por el quirófano.

¿Qué  se puede esconder detrás de este tipo de comportamiento?

Podemos intuir sentimientos vinculados con el miedo, la ansiedad, la vergüenza y sobre todo la baja tolerancia a los cambios y a la sensación de pérdida de control de la situación. Si bien este tipo de comportamiento puede tener consecuencias negativas para el sujeto, tal y como lo ejemplificábamos con el tema de la salud, también puede derivar en consecuencias positivas y grandes beneficios, como el caso de aquellas personas que estudian una carrera artística sin el apoyo y respaldo de la familia, pero que finalmente obtienen el éxito y los frutos buscados.

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Si bien es cierto que ser porfiado o “llevado a las ideas de uno” no es considerado una patología en sí misma, podemos observar este tipo de comportamiento en algunos trastornos como por ejemplo trastorno hiperactivo o el oposicionista desafiante. En ellos, podemos observar que, en el caso de los niños, estos  no cumplen  con las indicaciones del adulto y que en ocasiones puede llegar a desafiar a la autoridad.

¿Por qué las personas son porfiadas?

La explicación de ser porfiado creo que deberíamos buscarla en los estudios multicausales donde entran en juego variables tan significativas como la cultura, las creencias, los valores, la historia familiar, estilos de crianza, modelos de aprendizaje  y variables interpersonales. Por la complejidad del mismo, se hace difícil confirmar si el ser porfiado podría tener relación con el género.

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