
Ayer mi hermano pasó a dejar a la menor de mis sobrinas; de un año y cinco meses, a que almorzara en mi casa. Él iba a jugar Squash y mi otra sobrina (La de tres años y medio) estaba enferma, y mi cuñada no es ni pulpo ni súperhéroe. Un par de vueltas en coche con mi mamá mientras me duchaba, un rato mirándose al espejo y riéndose al respecto, mientras yo me secaba el pelo y luego entonces le pude dar su almuerzo.
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Es increíble como un mísero frasco de colado puede generar en ella esa expectación y esa fascinación; es buena para comer la chiquilla, no alcanzaba a rellenar la cuchara cuando ya estaba reclamando. Y que el espejo le causara tanta risa. Luego siesta y luego a la mesa mientras almorzábamos. En su silla, es la más feliz con su pedacito de pan y los posa vasos como trompos.
Expliquemos un poco: soy la menor de 3 hermanos. El mayor tiene dos niñas de casi cuatro años y una de un año y medio, y la hermana que sigue tiene una de 12 y uno de 10.
No, no soy Punk. Soy una PANK (Professional aunt- no kids) o sea, tía profesional, sin hijos. Escuché de este término en un artículo hace más meses que el caché de google puede recordar, sin embargo encontré un blog sobre tías que se ve bastante interesante.
La más grande ya ni me pesca y quizá dejó de ser simpática al momento que entró al colegio y se convirtió en la top del curso, o quizá tenemos demasiada poca diferencia de edad y me causa espanto su poster de Justin Bieber y a ella le causa espanto que no sepa diferenciar a Myley Cyrus de Selena Gómez. Tiene 12 años y cada vez que lo pienso me siento terriblemente vieja, y es que como no si está tan grande que usa mis zapatos.pero a la vez feliz porque cuando me fui de viaje, ella escribió un cuento de un caballo que se iba a Europa y ganó un concurso. Le encantan los caballos y pinta tan lindo que tengo un cuadro de ella en mi pieza.
Cuando ella y su hermano nacieron, mi adolescencia no ofrecía demasiados costos de oportunidad para destinarles mucho tiempo, por lo que debo decir que aproveché siempre los primeros años de mis dos sobrinos mayores; jugué con ellos, los cuidé, les di la comida, los mudé y enfrenté situaciones complicadas –como caídas y mañas extremas- con una sangre fría y un manejo de crisis del cual yo misma me impresiono. Vi demasiados capítulos de Barney, Teletubbies, Bananas en Piyamas, Rugrats, Pocoyó, Jorge el Curioso, Hi 5. Escuché de nuevo todas las canciones de Mazapán que memoricé y las nuevas que no me gustaron tanto, e insisto, soy la mejor en entonar canciones de cuna, algo tiene mi voz cuando canturrea /Había una vez una gata, con una manchita negra en la cola/y vivía (…)
Ahora la cosa ha cambiado un poco; hay más que hacer, menos ánimo y además, mi hermana goza a sus “primeras sobrinas” y la de 12 cumple a la perfección su papel de prima mayor. Aunque pololeo, podría autoconsiderarme como la tía solterona que los sobrinos suelen amar.
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Aunque la realidad no es tal. Mis sobrinos no me aman. Y es que no soy una malcriadora. No les ofrezco más dulces de los que deben comer, ni les aguanto más mañas de las que debiera. Por eso quizá no les caigo demasiado bien, y al cabo de cumplir 3 años, ya no me pescan. Snif. Mi madre me dice que soy muy pesada, y que debiera dejarle a mis hermanos el rol de criar, y yo dejarlos más libres. Pero no estoy de acuerdo con deshacer el trabajo de mis hermanos cada vez que estoy con los pequeñines.
Por mientras les compro regalitos por aquí y por allá, y cuando llegan los abrazo y besuqueo hasta que reclaman; juego con ellos cuando me pescan y desarrollo cierta complicidad con las dos mayores en lo que a cosméticos se refiere. La más chica es pindi como yo, pero mi hermano era de esos hermanos mayores odiosos que me escondía mis Tammy en un mueble altísimo. Cuando vio que le pintaba las uñas a su primogénita, puso el grito en el cielo y yo le dije que no iba a dejar que cohartara su vanidad, porque a mí eso me hizo sentirme el pato feo muchos más años que los que debí, y que le iba a pintar las uñas aunque él no quisiera, que no era para tanto, que se salía con acetona.
No se rían, pero mientras escribo esto ciertamente me emociono… no me veo con cabros chicos muy pronto, por lo que los primos de estos ya serán grandes y unos pequeños ídolos para mis futuros retoños; mientras mis papás seguramente no estarán, mis hermanos serán unos viejos de miéchica y yo… bueno, yo ya habré gozado a mis sobrinos y seré la última en aportar guaguas a mi familia, siempre y cuando mi sobrina se espabile – o más bien, no se espabile demasiado- y no nos salga con un domingo 7. O quizás me convierto en una vieja solterona y fea, y mis sobrinos serán mi única alegría.
¿Tienen sobrinos?¿Cómo se llevan con ellos?¿O son las primeras en aportar sobrinos a la familia? ¡Cuenten cuenten!