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Chile: Condena a parvularia… demasiado poco

Ni siquiera irá a la cárcel.

Nada podrá devolver a la vida a Borja, el niño de tres años que murió el pasado 19 de octubre de 2010 debido a un edema pulmonar agudo que se le produjo tras permanecer encerrado en un auto. Pero aún así, un año de pena remitida para la responsable de su muerte, me parece poco.

Debido a la “irreprochable conducta anterior” se le permitió cambiar la pena de cárcel por firmar por dos años.

El abogado de las causas de mayor impacto mediático, Alfredo Morgado, representa a los padres del niño en todo este proceso; y comenta que la pena le parece demasiado suave, y que el juicio fue muy extraño, considerando  entre otras cosas, que la mujer volvió varias veces al auto, que estaba tomando un medicamento que la tornaba irascible, (o sea, podría haber castigado con el encierro al menor por un presunto mal comportamiento).

Las cosas claras, cualquier persona sin antecedentes tiene el derecho legal y que además colabora en una investigación en su contra de que no se le aplique la pena máxima y que se le conmuten las penas de presidio por firmas. No conozco la legislación profundamente, pero de partida, hay algo que está mal cuando se permiten conmutaciones de penas que involucran una muerte o lesiones graves, aunque no sea directamente homicidio, sino como en este caso: Cuasidelito de homicidio.

Al tener dos atenuantes, el juez no puede establecer la pena máxima. Y puede darle el beneficio de pena remitida. Pero  el juez podría haber no entregado este beneficio.

No podemos decir que la mujer debería haber sido condenada a presidio perpetuo; eso no aplica para el cuasidelito de homicidio, sino para el homicidio; y no se ha podido comprobar lo segundo.

Pero sí podemos preguntarnos lo siguiente ¿Por qué le deberían, en nuestra opinión, no haber remitido la pena y además darle el grado máximo?


Porque más allá de que no se hayan comprobado las intenciones de la parvularia de castigarlo, y haberlo dejado a propósito, las sospechas están, pues Riffo volvió al auto varias veces y pidió que se lo limpiaran del vómito de Borja, luego de que este fuera encontrado muerto y llevado a un centro asistencial.  Además, ¿Cómo más se iba a comprobar? Los otros niños eran demasiado chicos como para ser testigos. Y aunque no hubiera querido castigarlo, efectivamente no lo hubiera visto cuando volvió y todo fue nada más que un trágico olvido… no podía olvidarse, simplemente no podía.

En un artículo aparecido en la revista Ya, se recuerda a varias personas que en Estados Unidos dejaron a sus hijos olvidados en sus autos. Trágicas historias donde la mecanización de las actividades y una serie de circunstancias específicas contribuyeron a que varios padres y madres dejaran a sus hijos olvidados. Había de todo; hombres, mujeres, gente de buen nivel social, de poco dinero,  con mucha o poca educación, trabajadores o dueños de casa. En esos casos, las penas no fueron siempre extremas; el padre o madre tenía que lidiar con la muerte de su hijo y la culpa.

Quiero pensar que Riffo no es una mala persona y que efectivamente debe sentir mucha culpa de lo que ocurrió, de haberlo olvidado o de haberlo castigado si ese fue el caso. Y claro, la culpa en muchos casos es de por sí algo que no es fácil de sobrellevar. Pero nada se compara a la muerte de un hijo. Riffo no lleva ese dolor. El juez  debió haber considerado eso.

Todos los trabajos conllevan una responsabilidad. En el caso de las nanas, niñeras, auxiliares de párvulos y educadoras de párvulos, transportistas escolares, tías de jardín, profesoras de educación preescolar, básica, media, inspectores, y directores de establecimientos educacionales, la responsabilidad, directa o indirecta, en mayor o menor medida, es a cuidar a los niños que se han puestos a su cargo.

La jurisdicción tiene un nombre para la responsabilidad que tienen todos ellos: son Garantes. O sea, que deben garantizar la integridad física de quienes están a su cargo. Obviamente no podemos pedirles que se acuesten en el suelo por si un niño, accidentalmente, se cae; pero sí podemos exigirles que si ese niño se cae, lo revisen, informen a la familia y tomen todas las consideraciones del caso. Ciertamente podemos exigirles que no les peguen y que no los dejen u olviden en un auto.

¿Ustedes qué creen?¿Está bien que la hayan salvado de la cárcel?

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