Actualidad

Vacaciones forzadas

Javier Ramos se desconecta por unos días

Tal como les conté algunas semanas atrás, me pasé gran parte de enero trabajando en casa pero conectado a la oficina y SIEMPRE con un ojo puesto en lo que estaba haciendo Sofía, mi hija. Luego, llegado el mes de febrero ella se fue a pasar unos días con sus abuelos maternos, por lo que pude volver a instalarme en mi oficina.

PUBLICIDAD

La verdad es que pensaba quedarme tranquilito todo este mes en Santiago disfrutando de la ciudad vacía, porque se suponía que Victoria, la madre de Sofía, se tomaría vacaciones con ella durante las últimas dos semanas de febrero. Sin embargo, algunos días atrás me contó que se le presentó un espectacular panorama de vacaciones fuera de Chile junto a unas amigas, al que no quería decir que no. Entonces, aquí viene lo bueno, me pidió que me quedará con nuestra hija hasta fin de mes.

En un principio estuve a punto de mandarla a la cresta, porque mal que mal, habíamos diseñado y acordado que nuestro verano fuera de otra manera, todo en pos de que Sofía lo pasara bien. Pero debo reconocer que el viaje al que invitaron a Victoria es de esos a los que cuesta decir que no. Además, a eso debo sumarle que mi jefe ya me había estado pidiendo que me tomara unos días ahora en febrero porque quiere que viajemos a Argentina y España en marzo por trabajo. Justo en el mes que yo, de verdad, pensaba tomarme unos días de relajo.

Así las cosas, no me ha quedado otra que irme de vacaciones -con mi hija- a contar de unas pocas horas más y por lo que resta de febrero. Sin embargo, una decisión no menor fue elegir un lugar adecuado para vacacionar. Es decir, una playa que no esté atestada de gente, como muchas del litoral central. Una playa llena de esas chulerías de los Teams de cuanta marca se pueda uno imaginar, como muchas del litoral central. Una playa con más tacos que en Santiago, como muchas del litoral central.

Al final, opté por arrendar la casa de unos conocidos en Tunquén. Primero, porque me hicieron un buen precio. Segundo, porque está justo sobre un acantilado, lejos de cualquier playa que pueda llamar la atención de potenciales veraneantes. Tercero, porque tiene un quincho simplemente maravilloso (excelente infraestructura y una vista al Pacífico tan buena como la del resto de la casa). Y cuarto, porque comparte con la casa del lado –que por estos días estará ocupada por sus dueños, una pareja que también conozco- una agradable piscina, la que estoy seguro Sofía disfrutará.

¿Qué pienso hacer durante mis días de vacaciones? Cocinar la mayor cantidad de cosas en el quincho. O sea. Vacuno, cerdo, pollo, pescado, verduras y lo que se me ocurra. Andar descalzo, terminar los libros que tengo apilados en mi velador desde el invierno y partir con el pisco sour lo más temprano que se puede. Todo esto, claro está, sin dejar de tener un ojo puesto encima de lo que hace Sofía.

Bueno, es lo que hay.

PUBLICIDAD

Tags


Lo Último