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Entrevista a Werne Núñez, un “recién llegado” a la radio

“”El Pez Gordo” es un buen nombre de bar para elegantes caballeros y distinguidas señoritas. Te lo dice un salmón”, dice Werne.

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Werne Núñez, un tipo simpático que se define como “recién llegado” al dial, tiene por fin un programa en solitario, “El pez gordo” en Radio Horizonte, misma casa radial donde hace “La venganza del pudú”, junto a Iván Guerrero y Juan Carlos Fau. Descubrió gracias al FM que el ego es una estúpida ilusión y que debe buscar la forma de que esto le sirva a alguien más que a sí mismo por eso decidió conversar con tipos más o menos poderosos. Siempre antes del cigarrillo final, les manda un beso a todas las fans hot que escuchan sus programas y lo saludan alegres y amables en ciertas fiestas, y un abrazo a todos los tipos que hacen lo mismo, casi siempre, en esas mismas fiestas.

“Es rico el cariño, y nunca es suficiente”, dice Werne. A pesar de ese cariño no tiene claro aún quién lo escucha, dice que por ahora, sabe empíricamente que lo siguen parientes, amigos, fans y despistados cambiando de dial. Casi pura gente buena, en el fondo. Como todos. “No importa tanto ser medio malo. Lo indigno es la ignorancia. Los amo a todos”, agrega.

¿De qué se trata el programa?

En mi mente, “El Pez Gordo” (desde ahora le diré EPG, ¿vale?, las siglas son onderas) es una conversación en la barra de un bar republicano en la esquina del barrio del poder, pero con micrófonos, junto a ciertos buenos amigos y otros tantos desconocidos que hace tiempo quise conocer, y algunos nuevos amigos que vengo conociendo. Todos, por supuesto, peces gordos o en proceso de engorda, tipos que toman decisiones o tienen trabajos que, en distintos niveles de profundidad, inciden en las vidas privadas de todo el resto de la flora y fauna marina.

Son polaroids diarias desde las cabecitas de los que mandan, o quieren hacerlo, o creen que lo hacen, o lo hacen y lo ignoran, ya saben. Es un informe lento pero seguro del poder, la política y los negocios en Chile, de boca de los mismas criaturas que habitan en sus redes. Bebemos, les hago preguntas, me responden, escuchamos una buena canción y seguimos así durante una hora. Seré un maestro cuando quienes escuchen EPG sientan que están en el bar con nosotros, sapeando una conversación ajena. Al final del día, tengo la fantasía de encontrar algo, una cosa, que me una con el personaje. También fantaseo con que escuchando EPG, en un plazo no superior a lo que dura un embarazo humano, tendrás una idea medianamente certera de cómo funciona este mundo de mierda. No olvides que en un océano plagado de tiburones, sólo el pez gordo sobrevive.

¿Quiénes son esos peces gordos?

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Ellos no lo saben, pero son peces gordos muy confiados que están siendo sometidos a un permanente y descarnado proceso de casting de mi parte. Mis partners no son lo mismo que mis invitados, y los de hoy, no tienen por qué ser los partners del mañana. Ya sabes, si hay humanos, todo es dinámico. Después de unas semanas al aire, tengo una lista de ideas nuevas, unas menos estúpidas que otras. En estos primeros días, mis partners han sido amigos como Jano Alarcón, gerente general de la Asociación de Bancos; el ex ministro Ricardo Solari y Sebastián Iglesias, director ejecutivo de Giro País. Junto a ellos hemos conversado con, básicamente, gente de la UDI, mis nuevos-nuevos amigos.

La moral del casting es evidente y tal vez, la explicación está en la respuesta número uno. Marco Enríquez-Ominami pidió venir solo, y lo hizo en calidad de partner-entrevistado. Volverá, lo sé. Esta semana invité a otros amigos, como Gustavo Ponce Lerou, maestro yogui internacional y dueño de Yogashalla y Canal Om; a Víctor Petermann, dueño de Huilo-Huilo; Paul Anwandter, el top 1 de los life coaches chilenos (papá de Alex, ex Teleradio Donoso); y a María Soledad Ovando, la Empresaria del año 2010, según revista Capital y Mujeres Empresarias. Vendrán otros. Hay tiempo. Los oiremos y observaremos. EPG es un espacio ganado para conocer al de enfrente. Yo digo que no conocemos a los poderosos. Y bueno, el tipo sentado a mi lado en el estudio tiene que ser, al menos, un tipo inteligente. Uno que sabe contar una historia, la suya, espero. Uno que sepa reírse de sí mismo, espero, también. Perdona lo latero.

¿Estás contento de tener un espacio solo en la radio?

Lo importante es el mensaje, no el mensajero, eso ya lo sabes. Estoy contento por ganar este espacio para compartir una simple conversación de una hora con un bourbon entre un tipo como yo, o sea, yo, Werne Núñez, ex rockero nihilista rabioso, tengo tatuajes feos y un resentimiento en lento proceso de extinción, pero estoy rehabilitado, ojo, con mis queridos amigos los peces gordos. Me gusta que sea al final del día, eso sí. Quiero decirte que conocer a Iván Guerrero y Juan Carlos Fau, hacer “La venganza del pudú” con ellos, trabajar con la gente que hace radio en esa radio, jóvenes muy lindos y dispuestos, me está cambiando la vida. Pretendo agradecerles el placer con un trabajo honesto. Ellos han sido muy generosos, y la gente, súper cariñosa. Amo la compañía, de todo tipo, pero odio a los bomberos. Por ahora, gozo con los pudúes y estoy empezando a sentirme bien relajado en “El Pez Gordo”. Intuyo que será un tiempo importante. Seguro no lo sabes, pero mi siquiatra opina que soy un carismático gurú espiritual aún no descubierto por Hollywood. Estén atentos. Junten miedo. Mucho miedo.

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