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Día del niño con los tuyos, los míos y los nuestros

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Claro, no todos aquellos que se casan o juntan por segunda vez quieren volver a ser padres, pero hay muchos que sí y eso convierte el día del niño en un desafío, porque ¿con quién lo pasan? ¿Con los hermanos por parte del papá, de la madre, de la segunda pareja del padre, con los sobrinos que son hijos de medios hermanos o con los hermanastros con quienes viven?

Otro punto importante a considerar son las madrastras, no las que nos mostró Disney desde niños, esas brujas malvadas que buscaban lo peor para sus hijastras, sino esas “nuevas” mamás que en ningún caso vienen a remplazar a las biológicas y que aman a los “hijastros”. El tema es complicado porque los niños pequeños, aun que no vivan con la nueva pareja del padre, sí la ven y entonces ahora el parentesco ya no es vertical, sino que a través de vínculos afectivos.

Unir esas dos (y hasta tres) familias es un acto de generosidad, significa diseñar la nueva vida todos juntos, es por lo tanto, apertura también porque el ensamblaje de las familias obliga a tolerar diferencias y nuevas formas de convivencia: aprender a querer a los hijos del otro, que los nuevos hermanos se respeten entre ellos y que se sientan una familia, independiente de los lazos de sangre.

Así el día del niño se transforma en una instancia más para pasar todos juntos.

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