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¿Somos abiertos los chilenos?

Lo somos cuando estamos arriba de la pelota, en el extranjero, o cuando alguien tiene una emergencia, ¿es cierto?

Entonces, me pregunto… ¿qué apariencia tenemos que cuidar?, ¿nos da vergüenza hablar con un desconocido en una fiesta?, ¿pensamos que nos van a rechazar? como si perdiéramos algo, es un desconocido cero afecto, ¿tan mal está nuestra autoestima?. Es posible que como somos tan cerrados pensamos que el otro es igual y va a ser un plomo: “por qué viene esta, que no conozco, a hablarme”. ¿Los chilenos somos tan hostiles?

Admiramos tanto la buena onda de los brasileños y colombianos, ¿por qué no imitarlos?, ¿por qué perderse de conocer otras experiencias? y de compartir ese espacio tan rico que se da cuando uno se conecta con el otro y el otro contigo y puedes estar horas elucubrando la teoría más absurda, pero que en ese momento tiene mucho sentido. Hablamos tanto de la idea a abrirse a nuevas experiencias, entonces… ¿por qué no poner en práctica esa receptividad hacia el mundo?, porque no poder acercarse a conversar con alguien sin que sea rollo y sin que el otro se pase la media película.

Puede ser que hay algo que nos impide acercarnos al otro más que la vergüenza, puede ser el prejuicio sobre nosotros mismos, ¿qué va a pensar el otro si me acerco?, quizás que soy buena onda abierto y simpático, cosa bastante más probable de pensar que algo negativo y rebuscado que estoy pensando yo. No es casualidad que nos cueste menos entablar una conversación con un extranjero que a un chileno. Maldito prejuicio de los chilenos, si un día dejamos de lado algunos de los prejuicios que tenemos sobre nosotros mismos y los que tenemos respecto a los demás, sin duda el relacionarnos sería mucho más fácil. Quizás la receta es relacionarse desde la intuición, sin racionalizar tanto el encuentro con el otro, dejarse llevar y llevar a la vez, eso es lo que parece que hacen los brasileños o centro americanos: no se enrollan, no están llenos de prejuicios, ni de críticas e inseguridades, no sienten miedo del otro.

Los invito a que la próxima vez que estén en un evento social se acerquen y hablen con alguien que no conozcan y que les llame la atención. Si hoy decido ser un poco más abierta contribuyo y no solo critico, aporto a la experiencia del otro y le permito al otro aportar en mi experiencia, y así quizás un día poder decir: “que abiertos somos los chilenos”. Y dejar de vivir experiencias por estar tan encerrados en nuestro círculo, en nuestros miedos, en nuestras inseguridades, en nuestros propios rechazos, en nuestros prejuicios y en nuestra comodidad.

Por Cecilia Chuaqui, Licenciada en arte y Arte-Terapeuta del Centro de Terapias Creativas

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