Está bien, lo voy a confesar: cuando era chica y veía dibujos animados, me gustaba Johnny Bravo. Más que atraerme su físico o sus músculos excesivamente tonificados, lo encontraba gracioso.
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Lo que más me llamaba la atención, era que él, con toda esa autoestima y confianza en sí mismo, perseguía a las mujeres más bonitas pensando que diciendo “nena” las conquistaría inmediatamente.
Si hablamos objetivamente del personaje, era un hombre totalmente narcicista, que se amaba a sí mismo por sobre todas las cosas y que pasaba más tiempo frente al espejo que cualquier mujer que quería conquistar.
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Además, lo intentaba demasiado. No era natural y se notaba. A pesar de eso, parece que hay muchos hombres que se tomaron demasiado a pecho el estilo de Johnny Bravo.
No me refiero a la preocupación por la estética, sino que a la poca humildad y a ese afán de creerse superior a los demás, sólo por tener algunos atributos físicos “destacables”.
No puedo hablar por todas las mujeres, pero al menos en mi opinión, los hombres de ese estilo ya pasaron de moda. Lamentablemente, si te miras demasiado a ti mismo, las cosas empiezan a perder sentido.
Si lo único que consideras varolable de otras personas es su aspecto físico, inmediatamente los otros te verán como alguien sin contenido. Así como Johnny Bravo, que por enfocarse demasiado en sus músculos, se le olvidó ejercitar lo más importante: la inteligencia.
Claramente, Johnny es una hipérbole al egocentrismo, pero de todas maneras, es bueno recordar que lo superficial no basta. La portada del libro puede ser muy linda, pero si la historia es aburrida, vas a querer leer otra.
Por si no se acuerdan de él, les dejo este video para que se rían.