Actualidad

Las ventajas de ser adicta al amor

¿Qué mejor forma de recibir el amor que empezando por amarse a uno mismo?

El amor no se cura. Y menos para los que estamos enamorados del amor. Los que soñamos con él desde niños, desde la primera vez que vimos a alguien que nos robó un poco de nuestra esencia y nos aferramos a su rostro, a su mirada dulce que desconoce lo que sentimos, pero que eso no nos importa porque comenzamos a sentir, a pensar en el bienestar de ese alguien más, en cómo dormirá y en si nos piensa de la misma forma en que nosotros antes de acostarse, en si aprovecha cuando dejamos nuestro suéter cerca de su asiento para oler nuestro aroma, para evocarnos y encontrar un pretexto para acercarse y hablar con nosotros. Porque decir “Se te olvidó tu suéter” es una forma de confesar que lo amamos en silencio, como un acto travieso, espontáneo e inevitable, humano.

PUBLICIDAD

Como habrán leído, he sufrido de varias adicciones; he sido adicta al juego y a la tristeza, entre otras cosas, pero ninguna de mis adicciones se compara con la que mantengo hacia el amor. Y es la única que no quiero curarme, porque después de un corazón roto tengo la capacidad de volver a creer que algo llegará, porque recuerdo el aroma de esos suéteres que olía cuando era niña, adolescente, y me siento viva de nuevo.

Confío en que allá afuera, en este mundo solitario, hay alguien para mí, alguien listo para verme sonreír y para sentirse llena con esa expresión tan sutil de felicidad. Porque ser adicta al amor me hace soñar con que esa misma persona me toma de la mano y los dos callados recorremos una casa, entramos a una sala de cine, abordamos un avión o nos acostamos en la playa, frente al mar, seguros de que el futuro será menos doloroso estando juntos, porque confiamos el uno en el otro y no hay necesidad de espiarnos para saber que lo que tenemos es genuino y más fuerte que una explosión de lava.

Aun con el corazón lastimado, hoy les confieso que sigo creyendo en el amor, y hace unos días, mientras conducía de regreso a casa, le hablaba en voz alta a ese hombre que sé que llegará, y le contaba que había dejado ir a muchos otros que simplemente no eran para mí, y que aunque me sentía triste, estaba segura que los años solitarios y los desamores agotadores iban a valer la pena, porque en cuanto me lo encontrara a él de frente iba a saber que todo estaba bien, que él era él.

No sé si ese amor ya esté cerca y no sé si esté lista para recibirlo, pero estoy segura de que me lo merezco y de que él me merece a mí, y que cuando llegue, no habrá más dudas ni miedos, sólo una fiesta en mi cuerpo y la certeza de que siempre se puede volver a empezar.

Y mientras eso sucede, me vivo. Porque, ¿qué mejor forma de recibir el amor que empezando por amarse a uno mismo?

Tags

Lo Último