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Viaje de sabor por el estado de Hidalgo

¿Quieres conocer el estado de Hidalgo con gusto? Aquí algunas recomendaciones para recorrerlo con el paladar.

Hay veces que sin querer, a uno le sale un pequeño viaje. Y no es de sorprender que conforme más nos apasionamos por la comida, se vuelve una parte importante de los mismos. O sea, uno deja de comer en cadenas de comida rápida sólo por ahorrar. El punto no sólo es llegar, es usar todos los sentidos. La mejor parte es que no hay que viajar demasiado lejos, algunos kilómetros pueden hacer que nuestras papilas queden extasiadas (esto es especialmente cierto en México).

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Esta vez, fui a sólo 94 km de la ciudad de México, a la ciudad de Pachuca en el estado de Hidalgo. Ciudad conocida por estar entre las montañas y su tradición minera. Quizás no tanto por la culinaria, pero vamos a cambiar eso gracias a un amigo Pachuqueño que me llevó por el viaje de sabor más inesperado.

Ya hemos hablado del estado de Hidalgo, con la deliciosa historia de sus ricos y tradicionales pastes.Por cierto, no se vale confundirlos con empanadas, porque tanto la masa y como el relleno son diferentes. Cuando uno sale de la ciudad de México y se dirige a La bella airosa, también conocida como Pachuca, la primer delicia hidalguense con la que te encuentras son siempre los pastes. Ya desde las afueras de Pachuca uno encuentra con una gran variedad de pastes, especialmente recomendados los de frijol, zarzamora y arroz con leche (por separado, claro). Pero hay muchísimas opciones dulces y saladas para elegir.

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La verdad es que cuando se visita esta ciudad, uno no puede hacer si no preguntarse: ¿Acaso sólo comen pastes? Pasemos de ser turistas simples y vayamos a los sabores. Como la gran sorpresa que encontramos en un pequeño restaurante cerca de Real del Monte (municipio cercano a Pachuca y el más alto de México). Aquí el restaurante El campo feliz sirve una increíble mermelada de Cahuiche , una mora local que a mi me supo a una deliciosa combinación entre frambuesa y zarzamora, servida con la mejor nata que he probado. Muy a pesar de mi intolerancia a la lactosa, puedo decirles que cada bocado valió la pena.

Sabía que escribir esto sería una verdadera tortura. Pero no he llegado a lo mejor, este restaurante también sirve nopalitos y su especialidad: enchiladas mineras. Unas enchiladas en salsa verde que es mucho más “caldosa” y que están para morirse, por no poder comerlas en este justo instante.

Ya no puedo más, los dejo con el postre. Los helados de Revolución que sirven sabores de nieve curiosos como betabel, pepino, jícama, mango, todos servidos con limón y chile. El de betabel de verdad que se lleva todas las estrellas.

Definitivamente hay que volver pronto porque me faltó visitar el que se dice es el mejor restaurante de Pachuca. ¿Quién me invita?

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