La apertura de los pasado Juegos Olímpicos teniendo como sede Inglaterra, tuvo una impactante puesta en escena de los directores Danny Boyle (Trainspotting) y Stephen Daldry (Billy Elliot), que retrataron la Revolución Industrial con una clara alusión a Tolkien; la comarca, la industria, la forja de los anillos, mostrando todos los costos que ello implicó, más allá de la ficción. Sin duda esta etapa de la historia provocó el doloroso éxodo campo-ciudad y la llegada del salvaje capitalismo.
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Pero la evolución político-económica ha dado frutos tras años de ensayo y error, dando paso a una era que pone la tecnología al servicio de la sustentabilidad. Sobre el mismo río Támesis que sufrió los embates de la ofensiva desarrollista, hoy se instala el puente ferroviario de Blackfriars con 4.400 paneles fotovoltaicos que reducirán las emisiones de carbono (CO2) en unas 511 toneladas anuales, más o menos las que generan 89.000 viajes en vehículo motorizado.
El Blackfriars fue inaugurado por la reina Victoria en 1869 y recién en 2011 comenzó su increíble transformación con placas solares que ocupan 6.000 metros cuadrados y forman una techumbre que construida en los últimos dos años al precio de 9 millones de euros.