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2014 es de compromisos

Más que propósitos, comprometerse consigo mismo y el entorno.

Nunca he sido de propósitos para Año Nuevo, pero siempre hay una primera vez y esta ocasión “caí redondita” ante la emoción de un nuevo ciclo, después de mi caótico y plagado de “males necesarios” 2013. Sin pensar en regalos, en celebraciones y vino, he pensado en propósitos, pero más que eso: compromisos, conmigo y con el entorno.

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La realidad social, política y cultural que vivimos es preocupante; la crisis, el impacto ecológico, la violencia, la injusticia y la desigualdad; duele darse cuenta que todo eso no se resuelve discutiendo las ideas, ni protestando, ni siquiera (como muchos creen) “trabajando” en esta maquinaria que mantiene al sistema funcionando. El mundo solo puede ser ligeramente mejor con nuestras acciones, cuando exploramos dentro y experimentamos la libertad; después, aportando.

Por todo esto, los compromisos que asumo o al menos pretendo reforzar para el 2014 son:

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Consumir menos

Es muy padre adquirir todo cuanto nos gusta, pero una de mis grandes metas es una vida sencilla: rodearme del menor número de objetos, contrarrestar mi manía de ir recolectando aquí y allá, prescindir de cuanto aparato electrodoméstico innecesario y sí, frenar el impulso a comprar ropa que no usaré más de una vez; es deprimente ver prendas colgadas en el clóset con etiqueta, aparte del gasto económico, por la insensatez de haber comprado algo que no he usado, ¿ni usaré?

Cada que compre algo pensar directamente en la basura que desecharé (empaques, botellas, bolsas, plásticos), en el gasto de energía que conlleva, en los contaminantes que emite, cuestionarme si realmente lo necesito y guardar el dinero para algo realmente útil.

Atreverse

Fuera miedos, a asumir riesgos y enfrentar las barreras, de las que el 99.9% son las mismas que nos autoimponemos. Basta de sabotearnos, de ser duras con nosotras e indulgentes con los demás.

Sonreír más

Como no soy ninguna entusiasta del optimismo, muy poco a poco me he dado cuenta que permitirse sonreír, más que como trillada carta de presentación, es clave para practicar la empatía, el respeto y aligerar el drama de la vida. Margarita, ya es hora de socializar.

Generosidad

Al que está a lado tuyo, dar lo que se tiene y se pueda, cualquier servicio comunitario también cuenta.

Cuidarse

Los buenos hábitos que había cultivado en los últimos años (comer y dormir bien, cuidar mi salud, hacer ejercicio), todos se han ido al traste en este que termina. A empezar de nuevo, vengan a mí las frutas, verduras, vitaminas, caminatas y el buen sueño, también cuidar mi piel que ya no es tan lozana y cada día lo será menos.

Relajarse en el tema de los chicos

Dejar de idealizar lo que espero en un hombre y de negarme a aceptar citas o cafés solo por creer que “no son mi tipo”, ¡qué ridiculez! Quizá me estoy privando de conocer a un futuro buen amigo o algo más.

Feminismo pragmático

En todo lugar, cuando sea necesario. Desde hacer la observación a tu primo cuando reduce a una mujer a un par de pechos, hasta cuando a tu compañero se le sale un comentario sexista, o cuando tu amiga no repara en hacer juicios machistas a una congénere. El machismo sigue predominando en casi todos los ambientes, pongamos nuestro granito de arena fomentando equidad y respeto, y alzar la voz cuando se está infringiendo algún derecho femenino. ¿Cuántas voces feministas hay en tu trabajo, en tu familia, en tu círculo de amigos?

Y la más importante, no limitarse en hacer lo que nos gusta. Si no nos damos tiempo para lo que más disfrutamos, entonces ¿de qué se trata la vida?

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