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Bélgica apuesta por crecimiento de la industria del ecoturismo

Una buena forma de cuidar el medio ambiente y hacer progresar la economía, es estimular esta forma de negocios. Un ejemplo que puede replicarse en cualquier rincón del mundo.

La madures y salud de un sistema político se evidencia principalmente por su manejo productivo. La economía determina las condiciones materiales de una nación. Por eso las estrategias y planificación son tan relevantes para conseguirlo.

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Vemos el caso de Alemania en términos energéticos y nos sacamos el sombrero por su gran gestión que ha conseguido destronar la matriz fósil y hacerla poco competitiva frente a una solar que crece pese a su latitud. Estas son las voluntades que cambian el paradigma e incluso reportan fuertes ganancias tanto para el fisco como para privados sin sacrificar la vida de sus ecosistemas y sus habitantes.

Bajo este mismo enfoque, la firma de inteligencia de negocios Timetric, reveló que el turismo en Bélgica representó el 2,8% de la inversión total del país en 2012 y que esto va a ir en aumento por una decisión gubernamental de invertir aun más en infraestructura que haga viable el ecoturismo y no solo los simples viajes de negocio.

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Los paneles solares instalados en una parte de la línea ferroviaria de alta velocidad de Amberes-Amsterdam son un ejemplo de estos esfuerzos. Para atraer a empresas multinacionales y crear oportunidades de empleo, el Gobierno proporciona un entorno de negocios favorable a la inversión y de apoyo para el ecoturismo y programas de sostenibilidad.

Es así como afianzar esta condición se relaciona con lugares de alto interés para los amantes de la naturaleza que va a Bélgica por razones distintas, pero que igual pueden visitar hermosos lugares como  el Parque Nacional de Viroinval en el suroeste. Se le ha calificado como Destinos Europeos de Excelencia (EDEN) por lo cual se le protege como es debido, mediante si Municipio que ha promulgado una estrategia para mantener el aspecto rural de las aldeas en el parque.

Este ejemplo lo vimos en la denominada “Venecia del Norte”,  Giethoorn, en Holanda,  donde la particular forma de vida de sus lugareños privilegia el trasporte vía acuática, mediante botes sin motor  por sus abundantes canales y por las porciones de tierra,  a pie o en bicicleta.

¿Cómo sería si en Latinoamérica, lejos de despojarla de sus recursos naturales, estos sirvieran como gancho de un turismo sustentable que permita utilidades sin externalidades propias del modelo extractivo? Espero que algún día, deje de ser un sueño.

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