Celebrar, conmemorar, respetar o no comprender por qué se celebra el Día Internacional de la Mujer es totalmente válido, así como también lo es aprovechar la ocasión para hacerle un pequeño homenaje a las mujeres que han sido parte fundamental de mi vida.
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Mi madre
Las palabras sobran y al mismo tiempo no son suficientes. De todas las personas en el mundo, me tocó ser la hija de una madre extraordinaria. Trabajadora, amorosa, sencilla y amante de la música romántica; mi madre fue la primera mujer con la que me entendí y también con la que tuve desacuerdos, y probablemente así sea hasta el final de nuestros días, pero si algo he aprendido de ella es que el amor siempre va primero.
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En el trabajo, en las labores del hogar, en las malas noches que pasó cuidando de mí cuando tenía fiebre y otras innumerables veces, ella es el ejemplo personificado de la frase “felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace“.
Gracias, mamá, por no haberte enfadado cuando arruiné tus zapatos favoritos, por tenerme paciencia cuando no entiendo al mundo aún cuando tú no me entiendes a mí, por enseñarme que el valor de una mujer está en la grandeza de su corazón y por haberme hecho una mujer que no espera que llegue su príncipe azul para tener una vida maravillosa, sino una mujer determinada a hacer de cada día un fragmento de una historia increíble.
Mi mejor amiga
Me siento completa por todos los momentos extraordinarios que hemos vivido juntas; las risas, lágrimas, aventuras, dolor y euforia que saben mejor cuando estás conmigo. Eres como la hermana que nunca tuve, pero que jamás sentí que me hiciera falta gracias a ti. Me comprendes mejor que cualquier persona, incluso que mí misma.
Me levantas cuando me caigo, me inspiras a seguir adelante y a dejar de lamentarme por lo que no puedo cambiar. Te admiro y para mí eres una mujer ejemplar porque eres fiel a ti misma, porque sientes el amor a flor de piel y porque sabes entregarte a quien amas sin pensarlo dos veces.
Gracias, porque me encantan los años que hemos pasado juntas y me emocionan todos los que vendrán. Quiero que estés ahí en los días más importantes de mi vida, así como yo en los tuyos. En ti veo a mi mejor amiga, a una mujer madura y amorosa y una futura madre que cualquiera pudiera envidiar.
Mi maestra
Tenía 11 años cuando te conocí y de inmediato supe que quería ser como tú. Con el cabello un poco loco y zapatos raros, lentes demasiado grandes y una mirada profunda. Me enseñaste la importancia de hablar con el corazón, de jamás quedarme callada y de luchar por lo que creo. Me acompañaste durante un año en un largo viaje de descubrimiento personal.
Te encontré de nuevo a mis 16 años y otra vez a los 21, pero en diferentes personas. Eres un ejemplo de vida para mí; una mujer que no tiene miedo de emprender ningún camino y que es capaz de dejarlo todo con tal de llegar a la meta. La sencillez pero sobre todo la autenticidad es lo que me llevo de ti, de ustedes. Tres grandes mujeres que, en conjunto, me ayudaron a formar gran parte de lo que soy hoy: una mujer de la que me siento orgullosa y que aún tiene ansias de comerse al mundo. Gracias.
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¿Qué mujeres han marcado tu vida?