Actualidad

La confianza es de porcelana

Hay cosas que quisiéramos olvidar pero es muy difícil

Cuando alguien traiciona tu confianza, o tu traicionas a alguien, algo muy importante se rompe. Y aunque perdonar no es fácil, se puede lograr. Olvidar, por otro lado, puede ser un poco más complicado.

PUBLICIDAD

Recuerdo muy bien cuando tenía 15 años y abusé de la confianza de mis papás. Creo que nunca sentí tanta vergüenza que cuando descubrieron que me había escapado a medianoche sin avisarles. Lo peor es que ni fue para algo terrible, simplemente me fui con mis amigas a cantarle a feliz cumpleaños a una del grupo.

Por más que les expliqué y llamé a mis amigas para que corroboraran mi historia, la mirada en sus ojos y el enojo que no podían dejar atrás acabó por ser más fuerte que cualquier argumento. Pasaron muchos años antes de que mis papás volvieran a creer en los planes que les decía y por supuesto que tenía que reportarme a cada rato cada vez que salía.

Recomendados

Parecerá una historia tonta pero recuerdo que entendí lo que había hecho: mis papás confiaron en mí cuando dije “Buenas noches, ya voy a dormir” y se fueron a la cama con la idea de que yo descansaba segura en mi cuarto ¿qué hubiese pasado si me ocurría alguna desgracia durante mi escape? Y ahora que no podían confiar en mí ¿cómo iban a estar tranquilos?

Durante mucho tiempo creí que fueron demasiado severos, que me hicieron casi imposible la tarea de demostrarles que me merecía de nuevo su confianza, pero no fue hasta que alguien me traicionó  que entendí claramente.

Cuando mi ex-novio me fue infiel, y me enteré de la manera menos adecuada posible (aunque pensándolo bien… no creo que haya manera adecuada de enterarse de una infidelidad) primero sentí un gran enojo. Después platicamos y la situación se aclaró. Sí, había sido infiel pero yo estaba dispuesta a perdonarlo por el gran amor que nos teníamos (y porque creo en las segundas oportunidades).

El problema no fue perdonar, sino que el corazón y la cabeza no son hojas en blanco que uno puede hacer pedazos y tirar a la basura; recordar era doloroso y aunque no quería ser paranoica cualquier comportamiento extraño me hacía pensar que tal vez era una nueva señal de que podría estarme engañando.

La relación no se salvó, y aunque ahora somos amigos, me cuesta trabajo creerle la mayoría de las veces. Entonces todo cobró sentido: el miedo a volver a sentirse tan vulnerable y decepcionado es terrible y paralizante, que no te deja bajar la guardia un poco para ver que, a veces, la gente comete errores y tiene la mejor disposición para enmendarlos.

Y así como una pieza de porcelana que uno trata de reparar, la confianza — una vez que se rompe, se puede volver a ganar pero las marcas siguen ahí.

Tags


Lo Último