Ay, David. Tan re bonito y guapo y rico que saliste. Esos músculos, ese pelito rebelde que has formado, reformado y deformado tantas veces. Verte corriendo detrás de la pelota es el motivo por el cual muchas mujeres comenzaron a ver partidos de fútbol; algunas se enamoraron del deporte, y otras simplemente se enamoraron de ti.
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Sí, sabemos que eres medio metrosexual , que te gusta la ropa de excelente calidad, que todo tiene que ser de diseñador, que gustas de manicures, masajes, y peluqueros top y que a veces te demoras más en arreglarte que tu señora. Pero eso no nos molesta, para nada. Tampoco nos molesta que estés casado y tengas cuatro niños adorables.
Imaginamos, eso sí, tu personalidad como la de un hombre deportivo; o sea, relajado, ya que estás todo el tiempo trabajando tu cuerpo y entonces la liberación de endorfinas te hace cada vez más tranquilo. Pero no. Algo tiene que ver la obsesión con tu apariencia. Y es que también eres obsesivo compulsivo.
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Hoy vi un tweet de algo que al parecer lleva mucho tiempo pero que al menos yo no sabía: todo en la vida del futbolista, tiene que estar alineado; ha reconocido que muchas veces reorganiza los muebles y las bebidas en lata de las habitaciones de hotel para que “todo esté perfecto”.
Varias de ustedes me han dicho que soy media obsesiva, y bueno, lo soy. Claro, no tengo una condición médica, no tengo que tocar la puerta una determinada cantidad de veces, ni decir un número cuando vuela un pájaro u otras cosas. Tampoco viajo tanto, pero cuando he estado en habitaciones de hotel o me he hospedado en casas de parientes y amigos, jamás se me ocurriría cambiar los muebles.
Debo reconocer que sí me gustan las cosas de determinado modo, que en mi pieza los muebles van de un modo y que cuando mi mamá le da por “ordenar” (O sea, mover todo a su gusto) hemos tenido problemas. Sé exactamente qué es lo que hay, qué es lo que no debe haber, por ejemplo, en mi velador. Mi terapia favorita es ordenar el clóset y ayer mi amiga no me creía que tenía fotos en cada una de mis cajas de zapatos.
Le expliqué que eso lo hice cuando estaba haciendo la tesis y que si no hacía algo diferente a analizar las funciones del lenguaje en relación a las ausencias comunicativas de los personajes de una novela contemporánea, me volvía loca.
Supongo que finalmente, ser cuadrada y ordenada no es tan malo después de todo. Me permite aprovechar bien el tiempo, recordar la ropa que tengo, no perder dinero comprando nuevamente cosas que ya tengo y una larga lista de etcéteras. Sí, a veces me cuesta descomplicarme, pero qué más da. Así soy, así me acepto y así me quiero.
Después de todo, no soy la única. David Beckham también es así. Creo que hasta podríamos ser almas gemelas….Si sólo yo hubiera sido una Spice Girl… (ojo, cuando hacíamos coreografías en el colegio, yo siempre quise ser Victoria).