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Señora, señor, comparta su auto

Ahora que estoy teniendo problemas para movilizarme en bicicleta, no me ha quedado otra que realizar el trayecto casa-oficina en locomoción colectiva, específicamente en los recorridos 104, 406 y D09 del Transantiago. Como vivo y trabajo en dos comunas acomodadas de la metrópoli, los buses pasan regularmente, paran en los paraderos y los choferes son relativamente amables. El viaje lo hago en general sentado en un asiento de la micro y entra un agradable fresco veraniego por las ventanas. Hasta ahí, todo bien.

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El problema son las “esquinas conflictivas”, donde montones de autos atochan las calles y al microbús se le hace imposible avanzar. Así que he estado observando a los automovilistas, a ver cómo se comportan y cuántos son. Lo primero es que no son más que los que andamos en micro, no pueden ser más. Si se observa dentro de las enormes filas de vehículos, muchos de ellos transportan sólo a una persona. Con una sola persona dentro de cada vehículo no se necesitan más de 30 personas para copar una cuadra entera con automóviles y motores y tubos de escape. Las mismas treinta personas que podrían ir todas sentadas en la micro.

Lo segundo es que los automovilistas son un grupo especialmente propenso al enojo, que fácilmente baja el vidrio para insultar al conductor del auto de al lado, que toca la bocina casi por cualquier cosa (hay formas y formas de tocas la bocina, estoy hablando de esa en la que se mantiene presionada durante uno, dos o tres segundos, para terminar con tres o cuatro toques cortos y uno largo al final), y que se sulfura golpeando el volante frente a cualquier distracción ajena. Sé que no todos los automovilistas son así, pero hay hartos.

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Por otro lado me parece terrible la rutina (voy a exagerarla un poco) de levantarse en el departamento, ducharse-vestirse, bajar al estacionamiento subterráneo en ascensor, salir manejando solo, enojarse cinco o seis veces en el camino, llegar al estacionamiento subterráneo de la oficina, subir al cubículo en ascensor, trabajar todo el día, bajar al estacionamiento a sacar el auto, manejar hasta el estacionamiento subterráneo del supermercado, comprar, manejar al estacionamiento subterráneo del edificio y subir en ascensor al departamento. Créame que hay gente que pasa así 5 de cada 7 días, 49 de cada 52 semanas, durante 30 ó 40 años de su vida.

Así que lo invito, primero, a que trate de andar en bicicleta. Si le da flojera, cosa comprensible, a que use el transporte público. Y si definitivamente quiere irse en auto, no fomente la contaminación ni los tacos y comparta el auto con sus vecinos, colegas o amigos. Si se pone de acuerdo con uno o dos amigos para irse en el auto de uno o del otro durante la semana, notará cómo es agradable conversar un poco cada mañana y cada tarde. Notará, además, que gasta menos plata y podrá reducir su huella de carbono. Si definitivamente no tiene con quién compartir el auto, entonces entre a www.a-dedo.cl o a www.nosfuimos.cl y búsquese un compañero, sólo tiene que decir de dónde hasta dónde va, y si no aparece un recorrido exacto, recuerde que quienes ofrecen recorridos son personas y que se puede conversar.

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