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(cc) † Jimmy MacDonald †
Uno de nuestros sitios amigos, Treehugger, sacó hace un par de días una nota que revelaba, según un estudio hecho por la Organization for Economic Cooperation and Development, que Estados Unidos seguía siendo el país más obeso del mundo y que esa tendencia sólo iba en aumento. En la década de los ochenta, uno de cada 10 norteamericanos era propenso a terminar siendo obeso en el futuro. Hoy, la proporción es tres de cada cuatro. Una cifra bastante alarmante si se piensa que la obesidad es la primera causa determinante en pacientes con problemas al corazón, diabetes y cáncer.
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Otro factor donde se está viendo reflejado el importante crecimiento que está teniendo el índice de obesidad es en el tema de la salud: De seguir este crecimiento sostenido, de aquí al 2018 el gasto en salud llegará a 344 billones de dólares, aumentando un 21%.
¿Cuál es el problema? Que la mayoría de las veces, la comida chatarra suele ser tan, pero tan económica (el clásico Big Mac cuesta 99 centavos) en Estados Unidos, que una persona que no está preocupada de la alimentación, sino de llenar su estómago (como muchos amigos que tengo), va a optar por comerse una hamburguesa (o dos) en vez de comprarse una palta (hoy en Chile, están costando casi lo mismo). Entonces claro, bajo ese punto de vista, es comprensible. Pero desde el punto de vista de la salud, es muy preocupante.
¿Qué se puede hacer? Optar por ferias donde comprar verduras (a gran o pequeña escala), siempre va a ser más económico que hacerlo en un supermercado. Pero si se trata de luchar contra el precio/cantidad, el Big Mac siempre va a salir ganando.