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Cómo sobrevivir a un verano comiendo en familia II

En el segundo post trataremos la pareja, los tios y el “amigo pesado”. Todo, con tal de sobrevivir al verano.

En la primera parte de estas entradas dedicadas a como sobrevivir a un verano comiendo en familia, os hablamos de la abuela y de los niños. Seguro que estaréis conmigo en que pueden ser, mal llevados, dos efectos distorsionadores de la convivencia en las vacaciones. Pero hoy vamos a dar en la diana con tres partes más: los tíos (o hermanos), los “amigos pesados” y la pareja.

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La pareja

Empezamos por el último de nuestros miembros, pero es que no me digáis que no es el principal. Especialmente si tenemos en cuenta que en verano, según los estudios, es cuando más separaciones se produce. Digamos, que esa convivencia a la que estamos acostumbrados durante el año que se caracteriza en verse poco, el verano hace que tal vez descubramos cosas que no nos gustan.

Tal vez sean las comidas uno de esos espacios de tiempo en los que más roces puedan salir: “haz esto así”, “no quiero tanta sal”, “has comida menos grasienta”, “no me apetece esto”, etc. ¿Cómo podemos hacer que la comida sea más divertida? Pues estableciendo un juego, como el que hacíamos como con los niños, y es que a veces las parejas son como niños/as. Ahora el juego será en plan “hoy cocino yo, pero lo hago como tú quieras”, en plan restaurante. Mañana tocará el turno al revés. Eso sí, esto para cuando los dos sepan cocinar.

Si uno de los dos no sabe cocinar, entonces habrá que establecer otro mecanismo. Tal vez, invitándole a comer fuera de vez en cuando como recompensa a esa exclavitud que supone cocinar en verano. Pero invitarle a comer, ya que estamos, dónde él o ella quieran.

Lo importante es ser comprensivo esos días de verano. Hay que darle cariño a la otra pareja, no motivos para estar cansado.

Los tíos

Son una especie de “abuela” y una mezcla de “amigo pesado” que veremos ahora. Eso en su plan más pesado. Están por ahí, no se sabe bien qué hacen y siempre dan su opinión. Por supuesto que puede ser todo lo contrario, pero ya os he dicho que lo ideal no existe.

Aquí pensad, en especial cuando están con sus hijos que no solo se trata de convivir con tú familia si no con la familia de otros que son a su vez familia (aunque lejana). Es decir, qué de complicaciones tenemos a la vista, en especial si toca cocinar/comer con diferentes hábitos y costumbres. Lo mejor es que cada uno comiese en su casa y solo coincidir en restaurantes, donde lo dan todo hecho ya.

Si toca hacer la comida, lo mejor será que cada uno se dedique a un plato y hacer la comida colaborativa.

El “amigo pesado”

Lo pongo entre comillas porque ya sabemos que si es amigo no es pesado. Pero es de estos que se apuntan en el último minuto a tus vacaciones. Sí, “TUS” vacaciones. Ese es el problema, que como es amigo no le dirás que no, pero la verdad que te gustaría estar más centrado con tu familia y no tener que aguantar sus chistes las 24 horas del día. Ya sabemos que lo poco gusta y lo mucho cansa.

Pero a la hora de la comida digamos que los gustos de un amigo soltero casi siempre son diferentes a los gustos de una familia. Aquí, él tendría que hacer el esfuerzo de adaptarse, tanto a horarios como de gustos. La economía es importante, así que si quiere caprichos de soltero que los compre él.

Lo mejor es que a la vez que le decís que sí puede ir a vuestras vacaciones, también le pongáis las normas claras. Vosotros sois la familia, él viene de fuera.

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